Trueque gaditano

Es una gran operación para la Universidad. Hay que felicitar al rector González Mazo, que ha sido el listo

El trueque cultural que han acordado entre el Ayuntamiento y la Universidad (para intercambiar el edificio del Centro Cultural Reina Sofía por el Rectorado de la calle Ancha) no es una gran operación para la ciudad de Cádiz. Es una gran operación para la Universidad. Hay que felicitar al rector, Eduardo González Mazo, que ha sido el listo en este trasiego. Y, además, cuando deje el cargo, se podrá destacar que aportó cosas útiles para su institución, a diferencia de otros. En esta operación excuso decir quién se parece al tontito del tocomocho. Pero tampoco hay que exagerar. La política cultural en Cádiz era, es y será mediocre, porque no hay dinero y escasean las ideas.

El Rectorado de la Universidad de Cádiz ganará un edificio histórico. Pero el Rectorado no va a dinamizar nada. Se desconocen casos de rectorados que dinamicen ciudades. Una ciudad puede ser dinamizada por cinco o seis facultades, por varios colegios mayores… Pero si el Rectorado no ha dinamizado la calle Ancha (a la que han despojado hasta de la carrera oficial de la Semana Santa), menos aún el Paseo de Carlos III, que es una zona paisajística.

El Centro Cultural Reina Sofía es un proyecto fallido. Buena prueba es que todavía se le sigue conociendo como el Gobierno Militar. Organizar una conferencia allí te garantiza que acudan menos de 40 personas. Como ya he criticado en otras ocasiones, las colecciones de Vassallo y Aramburu están mal expuestas. El valor expositivo del Centro Cultural es nulo. En vez de ser sinérgico con el cercano ECCO, ambos se han combinado para un fracaso. A lo que iba a ser el gran Espacio del Arte Contemporáneo gaditano (con el que el PP quería alardear de progresismo plástico) los culturetas de IU, instalados en el poder, están deseando darle la puntilla. Cuestión de tiempo.

Y nos queda la Casa de Iberoamérica. Yo propuse que la colección de Juan Luis Vassallo se ubique allí, donde está la de Cornelis Zitman. Dos formas interesantes de ver la escultura del siglo XX. Pero la Casa de Iberoamérica se abrió para ser algo más que un museo. Para albergar exposiciones (fijas y temporales), pero también para ser el faro de nuevas relaciones con Iberoamérica. Ahora no sirve para nada, excepto cuando José Pedro Pérez-Llorca ofrece algún detalle del Museo del Prado. Iberoamérica queda lejos de La Viña. Y las exposiciones no están entre las prioridades municipales. Se abre un futuro peligroso para este edificio, que se puede quedar como una cárcel cultural, donde encierren los proyectos fallidos.

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