Notas al margen

David / Fernández

Triste Navidad

LA Navidad gaditana ni es blanca ni es dulce, es más bien triste. Y no tanto por la nostalgia de que cualquier tiempo pasado fue mejor, como porque convive arrinconada por el espíritu ingobernable de don Carnal, que ya está pensando en la final del Falla. Los villancicos, las panderetas y los polvorones están sometidos en Cádiz al imperio del tres por cuatro. Quien no tiene listo el popurrí a esta hora está a punto y se muere de impaciencia por clavar el penúltimo cuplé. A la Navidad gaditana no le gusta llamar la atención, acostumbrada como está a pasar sin pena ni gloria. Con frecuencia, de hecho, se ha visto a Papá Noel sin barba para pasar desapercibido. La iluminación, las cabalgatas y los nacimientos se saben de paso y las escenas que se plasman en el Ayuntamiento y Puerta Tierra proyectan un bosque mágico y un fondo marino por decir algo. Hay belenes gaditanos que en lugar de los Reyes Magos colocan a la sota de bastos, porque la intención es lo que cuenta. Algunas calles y plazas que tratan de reivindicar su origen acaban pareciéndose a un jardín sin flores. El Carnaval es el espíritu que tiene embrujado a Cádiz. Sin complejos.

Cádiz no sólo no vive la Navidad sino que está deseando que termine, es parte de su esencia. La liturgia que en otros territorios marca el camino desde el lejano oriente hasta el portal de Belén de cada hogar aquí carece de sentido. Los Reyes Magos cada vez que se acercan por Cádiz experimentan de repente y sin razón aparente una inquietud que le indica que algo no irá del todo bien. Menos mal que los comerciantes se ocupan de que no les falte un detalle. Porque mucho más letal para su cometido que la nieve, el viento y las tormentas polares a las que se enfrentan durante su travesía por el desierto resulta el pírrico presupuesto público con que cuentan para sufragar su impagable campaña, que no les da ni para dar de beber a los camellos. Para empezar les choca que el Ayuntamiento ni se moleste en ir a su encuentro cuando en la mayoría de localidades lo que suelen hacer los alcaldes es entregarles las llaves de la ciudad. Aunque vaya por delante que luego a todos les gusta que no falte un detalle el día 6 de enero, ya que los niños no tienen culpa de nada.

Y he aquí donde entra en juego la superstición. Por si no habían reparado en ello, el próximo día 6 el Cádiz CF jugará su primer partido de los octavos de Copa en el Carranza. Y ya que vienen los Reyes de camino justo por esas fechas, por una vez y sin que sirva de precedente, Melchor, Gaspar y Baltasar podrían sentirse en Cádiz como en su propia casa por Navidad. Regalos como el del Real Madrid con la alineación indebida de Cheryshev sabemos que no se dan dos veces en la vida: el Cádiz perdió el partido y Florentino los papeles. De nada le ha valido al club merengue, de hecho, utilizar sus resortes y la artillería pesada para cuestionar una resolución que sólo tenía un camino, toda vez que el Cádiz se limitó a hacer lo que tenía que hacer. Por tanto, habida cuenta de que la próxima eliminatoria arranca justo el día de Reyes, los cadistas no pierden nada con dejarles unas galletas y algo de leche la noche del 5. Igual nos regalan otra noche para el recuerdo. Por pedir que no quede.

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