DIEGo Tristán, Tán, Tán. Suenan los goles por alegrías mientras Espárrago sale por peteneras. Toedtli con faja no viaja a Vigo y el entrenador se permite el lujo de dejar en Cádiz al sevillano. Le gusta más Ramis, se comprende. Como le gustaba el 'Cacique Medina' -que vino con el risible apodo de 'psicópata del gol'- más que Mortadelo, también risible aunque no tan petardo como muchos creyeron. Volvamos a Tristán, que tiene, en mitad de una de las plantillas más malas de la historia del Cádiz, la virtud de ¡saber parar un balón'. Es más, tatachán, ¡sabe levantar la cabeza y entregarlo con criterio! Atención, pregunta: ¿Se puede permitir este equipo el lujo de prescindir de un jugador con tanto talento? Mi respuesta es "no". Especialmente porque el entrenador no es capaz de dar una explicación convincente cuando no le pone o no le convoca. "Motivos técnicos", como cuando se iba la señal de la UHF y ponían en la tele minutos musicales. Y pasa lo que pasa. Comienzan las especulaciones alimentadas por la fama del jugador. "Parece que ha vuelto a las andadas", aunque nadie lo ha demostrado. Y como Espárrago no dice que Tristán no cumpla, estamos ante unos "motivos técnicos" que hay que solucionar cuanto antes porque la avería no es de la calle, lo contrario que dijo aquel electricista de Lepe a bordo de un submarino.

Tampoco voy a pedir que Tristán juegue incluso cojo. Esa petición la realizaba yo exclusivamente con Mágico, pero estamos hablando ya de divinidades. Estando bien y entrenando correctamente, no se me ocurre razón alguna para afrontar el tramo final de la Liga sin la experiencia de este futbolista que si la pilla dentro de la área no va a pifiarla tanto como Enrique o Ramis. Por eso, mi siempre admirado Don Víctor, y reconociéndole que ocupa un lugar de honor en los 100 años de historia cadista, he de decirle que sus goles pueden darnos la permanencia. Lo que yo le diga... que me estoy viendo en el Jornalero Stadium, donde juega el Marinaleda.