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RELOJ DE SOL

Joaquín Pérez Azaústre

Traje de Rubalcaba

RUBALCABA luce traje de candidato, se afirma en la intención de distanciarse de su propia sombra dentro del Gobierno que abandona. Eso es lo que hizo anteayer, o lo que intentó hacer: fabricarse un traje a su propia medida, con las hechuras nuevas y la camisa nueva, cuando nadie puede quitarse aún de la cabeza que las mismas medidas, y las mismas hechuras y la misma camisa la ha estado mostrando hasta hace poco. Anteayer Rubalcaba iba con corbata, roja de listas diagonales blancas, y era el único en haberse anudado algo consistente al cuello. El resto, incluido Zapatero, iba con camisa de cuello ancho, muy buenas camisas y de cuellos muy anchos, porque da la impresión de que el nudo de la crisis empieza ya a estrangularles demasiado, sobre todo en el verano de la derrota. El discurso de Rubalcaba, cada una de sus frases, estaba tan afinado en la frialdad emotiva que cuando la ternura apareció extrañó al propio candidato: fue cuando recordó su ingreso en el partido, hace ya varias décadas, y se contempló a sí mismo desde entonces, pero ahora ya vestido para mandar el naufragio.

El único que se había vestido para la ocasión era Alfredo Pérez Rubalcaba, porque seguramente es de los pocos que todavía tiene algo que decir. La palabra Europa sonaba con más fuerza repetida en sus labios. Rubalcaba arrancó un aplauso coral para el todavía presidente del Gobierno, que fue una manera muy sutil de romper el pasado para amarrarlo cerca. Zapatero se levantó a saludar casi a regañadientes, porque da la sensación de que ya no se cree los aplausos de sus propias filas: este hombre aguanta que le inviten a marcharse cada día, cuando lo que parece es que él mismo está deseando irse y no lo hace por su propio sentido del deber, que nos va a salir caro.

Rubalcaba, mirando hacia su propio pasado, recordando el día en que ingresó en el PSOE, viaja con nosotros a otros tiempos, cuando el idealismo no era puesto en duda. Muchos pensarán, seguramente con parte de razón, que si Rubalcaba es el futuro del socialismo español es que el socialismo, hoy, tiene poco futuro. Esto es lo que hay: enfrente está Rajoy, el hombre que sabe esperar. Y Cayo Lara, ni está ni se le espera.

Cuando Rubalcaba empezó, la política guardaba su integridad virginal, sin mácula. Todavía no existían todas estas poltronas. Hoy, la política está marcada por aquella generación, en su partido y también en los otros, y la gente no cree ningún discurso. El traje de Rubalcaba ha sido recuperar un discurso de izquierda y dárselo al PSOE, que se había quedado sin discurso y desnudo. Sin embargo, el mejor traje de líder sería volver a aquel entusiasmo primigenio y purísimo, si de verdad existió alguna vez.

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