Las tradiciones, por mucho legado mítico que se les quiere otorgar, duran lo que duran; las eternidades forman parte de otra vida a un lado tan desconocido del sistema solar que ni lo mismo lo son. En cualquier caso, el Trofeo Carranza no forma parte de ellas. El mundo del fútbol ha cambiado tanto desde que el Palmeiras traía a Cádiz a sus figuras para hacer las europas que pretender seguir dando lustre a su palmarés es viajar contra el tiempo. Las barbacoas también fueron una tradición, o eso decían, una tradición bastante efímera, desaparecieron con buen criterio, como tirar las cabras de los campanarios, y nadie sufrió un colapso sentimental por ello. Crear ahora una tradición sobre otra tradición malgtrecha y echar mano de lo de siempre no nos llevará a un galardón a la orginalidad y quizá debamos aceptar que el trofeo se ha acabado y las tradiciones asociadas son innecesarias.

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