Noviembre, un mes insulso, tiene sin embargo un comienzo ajetreado. Sobre todo desde que la moda de Halloween se instalara en la ciudad. Así son las cosas. Si a los niños les gusta, no hay nada más que decir. Ellos mandan. Y todo eso del terror, de los caramelos, de los disfraces, de los sangriento... les llama la atención. Por mucho que nos cueste digerirlo a los románticos y, por qué no decirlo, muchas veces inmovilistas. Esta moda se unió a los tradicionales Tosantos, que sigue teniendo sus adeptos. Entre ellos, muchos niños que se asombran mirando a un cochino vestido de gitana. Y a todo esto llegó el interés por la curiosa y atractiva manera de enfrentarse a la muerte que tienen en México. Dentro de dos fines de semana monstruos, caballas con la camiseta del Cádiz y calaveras mexicanas convivirán en la ciudad. Hay para todos. Los santos y los que no lo son.
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