Un informe realizado por técnicos en Sanidad ha concluido que la gente del barrio de La Viña se muere un tanto por ciento antes que los que viven en otros barrios.

La Viña ha sido siempre como un anuncio de Ikea. Ha sido siempre como una postal de joíos pero felices y hasta esa postal, lo único que casi le queda al barrio, se cae. La Viña es como su plato emblemático la caballa con piriñaca, un plato colorista alegre, con tomates, pimientos y cebollas como bailando animados por tres gotas de aceite y una de vinagre de Jerez. Pero al fin y al cabo debajo de la piriñaca hay un pescao más bien pobre… y tieso.

La Salud, cuando se analiza en grupos de gente amplios, va relacionada con el modo en el que viven y no cabe duda de que el menor índice de vida de las personas que viven en el barrio está relacionado con que en las casas de sus vecinos entra muy poco dinero.

En el barrio hay muchas familias que viven de la paguita del abuelo, estirando el pollo en salsa unos pocos de días para que un solo guiso dé para comer para una semana, soñando con que el mayor de la familia haya logrado vender en el baratillo una máquina de coser que se encontró la semana pasada en una casapuerta de Bendición de Dios… aunque en la Viña, el creador de todas las cosas bendijo más bien poco.

Cuando la salud se confía más al Cristo que a la farmacia las cosas no marchan y esto es lo que pasa muchas veces en el barrio, que sus habitantes acuden a la Virgen de la Palma porque sencillamente no tienen dinero para ir a la farmacia.

Sé que estas cosas parecen impensables en una sociedad moderna como la nuestra pero ocurren, y muchas veces hay personas que no pueden ir por las pastillas que le ha recetado el médico porque sólo da para comprar el pollo de oferta que proporciona comida toda la semana. Muchas veces las macroestadísticas nos hacen olvidar las microvidas. Los macro datos dicen que España mejora pero cuando se desciende a los micro datos aparecen estas cosas que nos parecen increíbles.

El mayor mal del barrio de la Viña es el paro, esa es la enfermedad más grave, las familias con ingresos mínimos, las víctimas de las crisis que las macroestadísticas no recogen. La medicina, por tanto, parece clara, en la medida de que se administren puestos de trabajo en condiciones dignas, seguro que el índice de vida en el barrio subirá. Mientras tanto, la mejor inversión en salud que se hace en el barrio es llevarle dos claveles rojos al Cristo el Lunes Santo y escucharle dos cuplés al Carapalo para que así duelan menos los huesos del hijoputa reuma.

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