Ya saben lo que decía Chus Lampreave cuando hacía de portera en 'Mujeres al borde de un ataque de nervios': "Yo soy testiga y mi religión me prohíbe mentir". Recordaba esta frase a raíz del justo homenaje que se brindó a los Testigos de Jehová que se declararon objetores de conciencia por lo que fueron encarcelados con tal motivo en el Castillo de Santa Catalina. Hubo un tiempo en el que los Testigos iban por las casas dando la brasa para convencerte de que te pasaras a sus filas. Un familiar mío les dijo una frase genial: "Mira, hijo, si yo no creo ni en la católica, que es la verdadera, cómo voy a creer en la tuya". Ahora Cádiz ha decaído tanto que ya ni los Testigos van por las casas. Ni siquiera los mormones por mal nombre Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, que tenían un templo en la calle Fernández Ballesteros y hace años digitalizaron los archivos del cementerio ya que su religión (tan extravagante como cualquier otra) sostiene la posibilidad de bautizar en su fe a los difuntos. Antes venían unos muchachos americanos que iban en camisa blanca de manga corta con corbata y sin chaqueta, la mayoría del estado de Utah, para extender su doctrina. No sé si en otras localidades siguen su evangelización pero en Cádiz ya no se les ve. También hace años los Niños de Dios circulaban por el centro de la ciudad, antes de que se descubriera que eran una secta maligna, aunque bien pensado no sé muy bien en qué se diferencia una secta de una religión, quizás en el mandil o el palaústre y ya que hablamos de ello, tampoco hay templo masón en Cádiz, con la importancia que tuvo. Creo que los Kikos tienen su sede en una parroquia de la Barriada y antes el Opus la tenía en Condesa Villafuente Bermeja, ya que ese edificio lo construyó una inmobiliaria de Ruiz-Mateos. Creo recordar que los evangelistas tenían su iglesia en la calle Parlamento.

Las Tes Cés se han hecho dueñas de la ciudad. No hay otra religión que el Cádiz Club de Fútbol, ahora de enhorabuena, el carnaval y el capilleo. No queda hueco en los corazones gaditanos para otro sentimiento. Es tal el ardor con el que la ciudad se emplea en su religión que abomina de aquel que osa no profesar todos sus preceptos, desde el me han dicho que el amarillo hasta la carga a la gaditana o el tres por cuatro. Ahora no hay mili, principal legado que nos dejó Aznar el Innombrable, así que no podemos destacar aquel tiempo en el que los Testigos tenían todos los asadores de pollos de Cádiz. Bien pensado en Cádiz ya no quedan ni asadores de pollos.

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