Del Tenorio a Halloween

Ya no sabe uno lo que se entiende por cultura o lo que merece el calificativo de clásico

Hoy los tiempos adelantan, como decía la zarzuela, que es una barbaridad. Cosas que hoy parecen una tradición son apenas una costumbre de no más de cuatro o cinco años y otras que sí podrían ser consideradas como tradiciones, pronto pasan a mejor vida presas del olvido y los cambios de mentalidad. Es el signo de los tiempos. Ya no sabe uno lo que se entiende por cultura o lo que merece el calificativo de clásico. Nada hay más olvidadizo que la memoria, aunque parezca una contradicción, ni más cambiante que las denominadas tradiciones. Uno no es nadie para decir si está bien o mal, si es rechazable o deseable, ni lo pretende, pero sí que aprovecha para tomar conciencia del paso del tiempo. Nada más cierto que eso. Lo que parecía sólido, como escribió Muñoz Molina, pronto se derrumba y lo que parecía serio, pronto deja de serlo por mor de lo que Vargas Llosa llamó la civilización del espectáculo.

Año tras año, son muchos los articulistas que aprovechan para criticar, cuando no rechazar, la implantación de la fiesta de Halloween. Para algunos es un proceso de aculturación en el que nuestras tradiciones se ven suplantadas por costumbres foráneas; para mí no es más que una oportunidad para aceptar la realidad. Los jóvenes actuales, la generación de nuestros hijos, poco tienen que ver con nosotros. Como cantó Serrat, esos locos bajitos que a veces se nos parecen, cada vez tienen menos cosas en común con nosotros. Nuestro mundo ya no es el suyo y la sociedad en la que viven y han crecido ha dejado de pertenecernos.

Las colas en los cementerios para limpiar las tumbas de los familiares fallecidos pronto serán cosa del pasado. La dispersión de los hermanos por todos los rincones del planeta y el auge de las incineraciones, harán que los camposantos, como ya ocurre en muchas ciudades, no sean más que parques temáticos por los que poder pasear en busca de lápidas ilustres. Lugares de peregrinación en pos de escritores o artistas admirados en un intento de aproximarse aún más al personaje. Machado en Colliure, Cernuda en Coyoacán, Stravinski en Venecia, otra cosa es el compromiso de adecentar el lugar donde reposan familiares que, a veces, ni siquiera hemos conocido. Asistir a una representación de Don Juan Tenorio, visitar un cementerio, pensar en la muerte, oír doblar las campanas… No tiene color: es más divertido celebrar la fiesta de Halloween.

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