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Temporada de playas

Hay que salvar la temporada. No ahora, claro, sino cuando la situación del coronavirus evolucione a mejor

Seguimos viviendo momentos difíciles, con 849 muertos en un solo día. Así las cosas, no estamos para diversiones. Va a pasar desapercibido que en estos días de confinamiento hemos llegado a abril, el mes en el que comenzaba la temporada de playas. En los días de la Semana Santa, además de salir los pasos a las calles, se inauguraba la temporada playera en nuestra provincia. Era digno de admirar la gran cantidad de madrileños que acudían a los hoteles del Novo Sancti Petri, de Conil, de Zahara de los Atunes, de Tarifa, etcétera. También algunos sevillanos alérgicos a los pasos, a pesar de lo que se perdían, se iban a Costa Ballena, o por ahí, antes de que aparecieran ballenas en las playas de Chipiona. Eran otros tiempos.

Cuando decretaron el confinamiento, yo también lo pensé: nos vamos a confinar todos en la playa de la Victoria, y se va a quedar como si fuera un domingo de agosto. Es decir, a un metro unos de otros. Para que te enteres bien cuando la maría de al lado cuenta lo que le ha pasado a su hija Chari con el novio. Pero resultó que no, que el Gobierno prohibió las playas. El sábado 14 de marzo, horas antes de comenzar el confinamiento, en Cádiz fue precintado un tramo de playa, desde Santa María del Mar al Hotel Playa, si bien había acceso libre desde el Hotel Playa a Cortadura, que es por donde bajaba la gente, incluso con perros, que estaban prohibidos, no por el confinamiento, sino por un cartel municipal existente en la playa, que no es como la canina de Camposoto. Esto lo vi yo cuando iba corriendo. Todavía no estaba prohibido, que conste.

Lo cuento porque hay que salvar la temporada de playa en las costas gaditanas. No ahora, claro, sino cuando la situación evolucione a mejor. El Gobierno se está volviendo un poco majareta con las actividades esenciales y las que no lo son. Por ejemplo, aeronáutica, construcción y siderurgia no les parecen esenciales, y las consideran como prescindibles. Para Cádiz las playas son actividades esenciales. Y cuando baje el pico, que sigue más alto que el Alpe d'Huez, e iniciemos el descenso a tumba abierta, como dice Perico Delgado cuando retransmite el Tour de Francia, habría que reconsiderar algunas prohibiciones con las debidas condiciones de seguridad.

Hay que dar prioridad a los intereses sanitarios, sin ninguna duda, pero no se puede practicar el sadomasoquismo porque sí. En otros países permiten a la gente correr y pasar un ratito en los parques, y tienen menos muertos que España. Es decir que habrá que medir bien todas las consecuencias.

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