Desde preferencia

José Joaquín León

Tarde de absoluto descontrol

LA despedida de la antigua Tribuna no pudo ser más ruinosa. Fue una tarde rarísima. El traslado de los abonados de Tribuna y el palco presidencial a Preferencia, la vieja Tribuna sola, el paseíllo de los equipos hasta la otra punta del estadio, el silencio de las Brigadas Amarillas en los primeros minutos, las dos ocasiones de gol que falló el Levante en los tres primeros minutos, como un aviso de lo que iba a pasar.

Explicar este partido sólo puede hacerse desde un punto de vista: ganó el Levante porque es mejor. Para puntuar, el Cádiz debe luchar hasta la extenuación y rendir por encima de su nivel técnico, que es muy limitado para esta categoría. Para colmo de males, pasó lo que podía pasar: que terminó el plazo de fichajes y sólo han venido Ramis, un fubolista que es rápido por lo poco que se le vio ayer, pero aún una incógnita, y un tal Bogunovic, que todavía no ha debutado, será por algo. Así que ahora sólo queda esperar que Espárrago consiga el milagro; o sea, que la salvación es una cuestión de fe.

El Cádiz no se pareció en nada al de Soria, ni siquiera al de Salamanca. Pareció como si el efecto Espárrago se hubiera disipado en dos partidos. El Cádiz salió completamente encarajotado del todo, y con sus vergüenzas al descubierto. No hubo espejismos. No vimos al SuperEnrique de fuera de casa, que falló una ocasión todavía con 0-0. Y Toedtli, aunque marcó los dos goles, naufragó en el primer tiempo. Se vieron más cosas, como el rotundo fracaso del doble pivote que formaron Erice y Ormazábal. La peor versión de cada uno: Erice, lejos de su mejor forma, que no cortó y sólo dio pases en largo cuando eran muy claros, y Ormazábal que ni de lejos es el futbolista creativo que necesita el Cádiz y que no se ha fichado ni en verano, ni tampoco en invierno.

Para colmo de males, fue tarde de cante grande del portero Casilla, que se comió los tres primeros goles, unos con más apetito que otros. Ha tenido tardes salvadoras, pero ayer no vio una. Y lo malo es que no hay relevo detrás, porque ficharon a un portero checo desconocido, en vez de traer a Doblas que estaba libre entonces y subió el año pasado a Primera con el Zaragoza. Y la defensa también estuvo sembrada, fallando todo lo fallable, con una blandura impresentable y dejando claros los errores de fichajes como el de Jaume Costa, un lateral izquierdo que regaló tres córners absurdos, uno de los cuales acabó en el tercer gol.

El 0-2 del descanso, con dos goles en jugadas mal defendidas a balón parado, olía a derrota indiscutible. Pero en la segunda parte, el Levante se quedó primero con uno menos, y después con dos futbolistas menos, por las dos expulsiones. Además de encontrarse con un penalti a favor, el Cádiz estuvo en superioridad, pero sirvió para que se viera la inferioridad técnica de sus futbolistas. Un dato lo confirma: jugando 11 contra 9, el resultado parcial fue de 1-1. Un solo futbolista, Rafa Jordá, tuvo en jaque a toda la defensa amarilla y fue capaz de marcar cuando el Levante tenía a dos menos.

No es por incordiar, pero el Cartagena, que echó a más de la mitad de la plantilla del ascenso, sigue tercero, con 40 puntos, a sólo 10 de asegurarse esa permanencia que parece un milagro para este Cádiz.

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