El palillero

José Joaquín León

Tango para la Plaza

La Plaza era el templo sagrado de las mañanas de los coros, de esas mañanas de erizos y fino que empiezan a la hora del almuerzo y terminan casi en el ocaso, tocando madera. Fue una buena idea alargar el recorrido, incluso que el coro de Quico Zamora y Fali Pastrana monte su espectáculo propio en El Cañón. Pero así como las cofradías van a la Catedral y pasan por el Palillero, los coros pueden pasar por donde les salga de los corazones, pero deben ir a la Plaza, que es la catedral de los tangos.

En un reportaje muy interesante sobre las penurias de la Plaza, que publicó Ángeles Peiteado en el Diario, los dueños de los bares, los camareros y todo el mundo en general se quejaban de los perjuicios que sufren por las obras del Mercado. Ese Merodio vacío daba pena, aunque sabemos que tiene clientela por las mañanas, cuando van las marías a comprar a donde siempre , a la Plaza, ¡ole qué precios! Porque sean caros o baratos, ir a la Plaza era un ritual. Mi madre, como muchas mujeres gaditanas, iba casi todos los días a la Plaza a comprar. Y eso es un rito. Aún hay muchas personas que acuden cada día desde los Extramuros al "casco histórico-comercial", como ahora llaman al Cádiz de toda la vida en los carteles del Ayuntamiento, y que van sólo para comprar en la Plaza.

Este Mercado es uno de los muchos monumentos que se desprecian en Cádiz, con esa indiferencia altiva que reservamos para las mejores cosas que tenemos. En Barcelona, donde nos ganan por goleada en el aprecio por lo suyo, el Mercado de la Boquería es un referente del turismo en Las Ramblas y está lleno siempre de guiris. A nuestro Mercado a ver cómo lo dejamos, que hay rehabilitaciones con puntillero incluido. De momento, como decían en Merodio, aquello está intransitable, les han quitado el Baratillo de los domingos, ya no pasan cofradías en Semana Santa… Y la guinda de este pastel venenoso, con retortijones garantizados: se quieren llevar los coros por ahí, con la excusa de que en la Plaza hay incomodidad por las bullas, y ya se sabe lo que pasa en las bullas.

Pues a tener cuidadito, y vamos a salvar la Plaza. No dejemos que sus flores se marchiten. No la dejemos morir, como si fuera el último mono de Casa Crespo.

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