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¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

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Susana Díaz, ante el toro

Susana ha mirado al toro negro de sus pesadillas: la derrota electoral del PSOE en Andalucía y el fracaso de su asalto a Ferraz

Susana Díaz ya ha colgado dos cabezas del balcón de San Telmo, las de los dimitidos Martín Blanco y José Manuel Aranda, viceconsejero de Salud y gerente del SAS, respectivamente. No están las cosas para bromas. El último Estudio General de la Opinión Pública apunta a una fuerte pérdida de votos socialistas en Andalucía y la visita de Pedro Sánchez a Dos Hermanas, amparado por Francisco Toscano -el conde don Julián del PSOE sureño- ha escocido mucho más de lo que se está dispuesto admitir en el caserón de San Vicente. Por un momento, Díaz le ha mirado a los ojos al toro negro de sus pesadillas: la derrota electoral del PSOE andaluz frente al insulso PP de Juanma Moreno y el fracaso de su hipotético asalto a Ferraz ante un candidato tan inane como Sánchez. Es un escenario probable, el horror.

Había que actuar en Andalucía y lo ha hecho al clásico modo: combinando el palo y la caricia. Por un lado, ha sacado la cimitarra para intentar aplacar la galopante crisis de la sanidad, cuya espuma son las manifestaciones contra el decreto de la fusión hospitalaria (fisión dicen los malajes), pero que mucho nos tememos responde a corrientes más profundas que no se aplacan con dos destituciones y una derogación. Por el otro, ha marchado a Cádiz para depositar a los pies de Kichi -hecho un pincel, hay que reconocer- una serie de presentes y promesas que han sido muy del agrado de la depauperada ciudad milenaria. Susana Díaz ha puesto su índice en Gades. Allí se debe iniciar la reconquista del alma de la Bética.

No nos gustaría estar en la piel de la trianera. Al igual que el capitán Ahab, puede quedar atrapada por las redes de su propia pasión y hundirse para siempre en el mar del fracaso. Gente más valiosa que ella puebla los cementerios de la política y nadie les lleva flores. Además de rectificar el errático rumbo de su gestión al frente de la Junta, debe despejar de una vez por todas la incógnita de su candidatura a la Secretaría General del PSOE. Sus adversarios ya lo han hecho, y el tiempo empieza a correr en contra de la andaluza. Susana está frente a un miura y aquí ya no vale el zurriagazo y el ordeno y mando del que ha abusado en su tierra natal, sino la inteligencia política y la capacidad de seducir a unas bases con ganas de apuntarse al festín del populismo. Que se lo pregunten a Manuel Vall: ¿Es Sánchez nuestro Benoit Hamon, el populista de izquierdas que ha ganado las primarias socialistas en Francia? Continuará.

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