Cádiz. CAT

Javier / Ríos /

St. Jordi y la feria

Sant Jordi es la fiesta popular más hermosa. Tampoco conozco demasiadas, no son mi gran pasión. Quizá me gusta porque la encuentro poco popular. Una fiesta en torno a los libros en un país donde casi nadie lee no puede ser popular. Según la Federación del Gremio de Editores en Cataluña leemos algo por encima de la baja media española pero los líderes son... ¡los madrileños! Pero eso duele más si es fútbol.

Sólo salir a la calle para ir a trabajar por la mañana y ya te alegran ese día los puestos de rosas por todas partes. Luego, toda la jornada laboral sintiendo que algo especial te espera: las hojas de los árboles frescas recién nacidas y las hojas de los libros fragantes y recién imprimidas impregnado tu memoria como un luminoso día de abril.

Me fascina el tan aclamado civismo. Lo popular, por una vez, de la mano de lo elegante: ni barras callejeras de cerveza, ni roulottes que venden hamburguesas. Ni una mancha de ketchup sobre el Pº de Gracia. A St. Jordi se viene a pasear, comprar libros e intercambiar rosas. Sólo los catalanes podrían organizar una gran fiesta tan grandemente... contenida en su expresividad. Acabado el día, un espectáculo no menor: los puestos se van recogiendo y se comprende el sentido profundo del apego al trabajo y la rutina de los catalanes cuando no queda ni un alma a horas aún decentes. Todos a casa, a cenar. Al día siguiente, a trabajar algo más felices, el perfume de las rosas aún en el olfato de esta sociedad que huele a rosas, a hojas frescas de árboles, a hojas de libros. Y a pelas.

Abril, St. Jordi y Feria de Abril, reflejo de algo para lo que los andaluces somos expertos: convertir lo popular en lujoso. Me fascina igual: el resultado es otra maravilla que nos regala el mes de abril. Tan diferente de la fiesta catalana, la sevillana es netamente popular. Pero se regodea en la búsqueda acentuada de la belleza y de la alegría, hasta lo excesivo: es una fiesta en su mayor registro expresivo. Los catalanes celebran la rutina que los mece a diario, una fiesta burguesa en definitiva, mientras la Feria de Abril es la vía de escape de una sociedad que vive una rutina dramática pero con alegría a prueba de bombas. Bombas como 37% de paro.

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