ESPAÑA es lo que es actualmente en el deporte mundial a pesar de la ineptitud de los dirigentes de algunas de las federaciones de esos deportes que nos están dando tantas alegrías en los últimos tiempos. En fútbol, para una vez que damos con el seleccionador ideal (reconozco que hace unos meses yo no daba un duro por Aragonés) se nos va por no se sabe qué pamplinas de despachos, de tú me dijiste y yo no te contesté, o nadie me dijo y yo me hice el loco. En definitiva, que se va el seleccionador que nos ha hecho campeones 44 años después. Spain is different, nunca mejor dicho. Por mucho que saque pecho Villar, este éxito no tapa sus grandes patazos.

Antes de esta decepción que provoca la marcha de Luis, y esperando que su sucesor no rescate a Raúl y vuelva a enturbiar el ambiente del vestuario, los aficionados al deporte nos encontramos con la marcha de Pepu Hernández, que había logrado lo que nadie en el baloncesto español. Una vez más, el ego de un presidente de federación, que se cree más importante que Gasol y compañía aun cuando a él no lo conocen ni en el bar de debajo de su casa, destrozó un proyecto que seguía ilusionando. Un entrenador de garantías como García Reneses ha cogido el testigo, pero ya el daño está hecho y a ver cómo sale esta chulería del presidente.

Y otro que tal baila es el que preside la federación de tenis, que se atrevió a echar un pulso al equipo español de Copa Davis. Y Nadal sigue representando a lo grande al tenis español a pesar de tener que sufrir a un nota, como decimos por aquí, en la presidencia.

Estos escándalos han sido pasados por alto en la Secretaría de Estado para el Deporte, que debería dar un tirón de orejas a quienes pongan en peligro el prestigio español. Lo mismo pasa con Villar, a quien se sigue permitiendo la dirección de un cortijo plagado de tejemanejes. Zapatero, llame al orden a estos presidentes que van a poner en peligro su presencia en las grandes finales, ahora que ha demostrado no ser gafe.