Tenía uno en su mente algunos modelos, más o menos acertados, de sociedades o logros ideales, con los límites que tiene toda obra humana. Entre esos modelos tenía yo el de la sociedad británica, por su capacidad para ejercer la democracia, precursores como fueron en el mundo moderno de ese sistema. Pero me ha pasado como con la sociedad burguesa catalana, tan avanzada en algunos aspectos envidiables como la cultura o la organización administrativa. Apretados por la realidad, ambos colectivos , presumidores del seny y de la racionalidad teñida en muchos casos de un cierto desdén a quienes no han logrado sus cotas, se han demostrado bastante incapaces de ponerse de acuerdo, o ni siquiera en saber discernir qué quieren hacer con sus vidas. Desde este denostado sur, tan culpable de tantas cosas, no deja de verse con una cierta sonrisa (inapropiada e insana, ya lo sé) este marasmo desorientado del norte racional.

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