EL pasado domingo fue el Día de Andalucía, aunque en la mayoría de los centros escolares se celebró durante toda la semana, realizando actividades en las clase, que terminaron el jueves con la participación en un acto en común, o por lo menos así lo hicimos en mi colegio.

Los alumnos/as de Infantil se pintaron la cara con la bandera de Andalucía y los alumnos/as de Primaria se aprendieron, según el curso, una poesía de la provincia que les tocara.

También completamos un mapa de Andalucía y al final todos cantamos el himno de Andalucía al son de las flautas del alumnado de Sexto.

Después de esta introducción que he utilizado como hilo conductor de esta columna de hoy, les quiero decir lo importante que es inculcarle a nuestras generaciones futuras el amor por nuestra tierra, pero eso sí, sin fanatismos.

Deben saber de dónde venimos y quiénes somos y no permitir caer en los tópicos que muchos se empeñan en hacernos creer. Porque los andaluces no somos unos 'viva la vida' que sólo pensamos en pasarlo bien y estar todo el día de fiesta. Los andaluces somos trabajadores pero con buen humor en la mayoría de los casos. Nos gusta salir y entrar porque para eso vivimos en la tierra del sol y de la luz. Somos amigos de nuestros amigos e incluso de los que no lo son, pues para nosotros, mientras que no nos demuestren lo contrario, todo el mundo es bueno.

Tenemos que hacer que nuestros niños/as se sientan orgullosos de ser andaluces. Recuerdo que hace unos años, mientras estudiaba Magisterio, tuve la ocasión de conocer a una profesora de Madrid que cuando se enteró de que yo era una futura maestra, me hizo la siguiente pregunta: "Si haces un dictado a tus alumnos, ¿cómo saben ellos si lo que dices va en plural o en singular si no pronuncias las eses finales?" (Léase esto con acento de Valladolid). Y yo, ni corta ni perezosa, le contesté: "Los niños andaluces son tan inteligentes que no necesitan escuchar la ese final para saber si lo que decimos va en singular o en plural". No volvió a decir nada más.

Soy andaluza y me siento muy orgullosa de serlo y en ocasiones pienso la suerte que tenemos de pertenecer a un pueblo tan acogedor, tan abierto y tan leal a sus principios.

Gracias por leerme.

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