La esquina

josé / aguilar

Segunda vuelta y desbloqueo

SERÁ, o no, porque su condición de candidata a la Junta sin mayoría absoluta le lleva a ver las cosas de manera más lúcida o porque hace de la necesidad virtud. El caso es que Susana Díaz ha lanzado dos propuestas que van dirigidas a mejorar la calidad de la democracia y aumentar el poder de decisión de los ciudadanos. Merecen, pues, ser tenidas en cuenta, aunque su aprobación y puesta en marcha necesita consensos y cambios legales, en algún caso incluso de la Constitución.

Una es que se implante la segunda vuelta (el ballotage francés de toda la vida contemporánea) en todas las elecciones, estatales, autonómicas o municipales, en las que ninguna lista obtenga la mayoría absoluta en la primera votación. Se trata de hacer que la gente escoja alcalde o presidente entre los dos candidatos que más votos lograron en la primera vuelta. Sin mermar la representación de cada partido, este procedimiento deja en manos de los ciudadanos la decisión sobre el máximo regidor en el ámbito institucional correspondiente. Aunque sea votando al menos malo de los dos mejor situados. Siempre será más democrático que abandonar la formación de los gobiernos a los pactos, cabildeos y cambalaches entre partidos, que muchas veces se salda con el arrinconamiento de la candidatura más votada. Como pasa ahora.

La otra propuesta se refiere al momento mismo del voto. Lo que propugna Susana Díaz, y ya aprobó el PSOE en una conferencia política pero no ha impulsado desde entonces, es el desbloqueo de las listas electorales. No que haya listas abiertas, que eso es otra cosa, sino que las listas cerradas -sólo se puede escoger la papeleta de un partido-, se desbloqueen: que cada votante, dentro de la lista que elija, seleccione a aquellos candidatos que merezcan su confianza y eluda a los que no la merezcan. Es decir, que los candidatos que salgan elegidos lo sean en el orden y con la fuerza que decidan los ciudadanos, no con los que haya decidido el aparato del partido correspondiente. Los votantes se pueden equivocar, pero los dirigentes nunca se equivocan: ponen en los sitios preferentes a los militantes más dóciles y obedientes. Suelen ser los que menos convienen a la gente.

Por cierto, estas dos medidas de profundización democrática las ha compartido Susana Díaz con Esperanza Aguirre. La dos lideresas están de acuerdo.

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