La ciudad y los días

Carlos Colón

ccolon@grupojoly.com

Santa Sofía como símbolo

Lo que alarma es qué papel juega esta "recuperación" islámica de Santa Sofía en la estrategia de Erdogan

Que los vencedores se apropien de los lugares de culto de otras religiones para dedicarlos a la suya o darles otros usos es algo tan antiguo como la humanidad. Lo hicimos los cristianos con los templos paganos, primero, y con las mezquitas y las sinagogas, después. Lo hicieron los musulmanes con los templos cristianos. Lo hicimos los cristianos entre nosotros mismos cuando nos escindimos entre latinos y ortodoxos, primero, y entre católicos y protestantes, después. Enrique VIII disolvió los casi 200 monasterios ingleses repartiendo sus edificios y tierras entre la nobleza que le fue fiel -la mayoría- al romper con Roma. Por eso tantas grandes casas solariegas -recuerden la serie Downton Abbey- llevan Abbey (abadía) como apellido.

Para encontrar ejemplos no debemos irnos muy lejos: Sevilla está llena de templos -empezando por su atedral y su alminar- que primero fueron cristianos, después mezquitas y tras ello otra vez templos cristianos. El caso de Santa Sofía, que tanto ruido está armando estos días, es uno más de tantos. Fue iglesia cristiana y después basílica bizantina tras el cisma de Oriente desde el siglo VI hasta el siglo XIII, en el que durante 60 años volvió al rito latino para después volver al bizantino. Tras la conquista otomana de Constantinopla en 1453 fue convertida en mezquita, función en la que perduró hasta que el fundador de la moderna República de Turquía, dentro de sus políticas secularizadoras y antiislámicas, la convirtió en un museo en 1935.

Nada nuevo, por lo tanto, este baile de usos. Lo que alarma es que esta "recuperación" islámica de lo que antes fue basílica cristiana, mezquita y museo se haga hoy, en la segunda década del siglo XXI, cuando todas las grandes religiones menos la islámica han dejado atrás ese afán por recuperar u ocupar los espacios de otras. Y lo que este gesto representa como símbolo de la política de Erdogan, vecino cada vez más incómodo de Europa que está dando a la vez una de cal, pretendiendo integrar a Turquía en la UE como una nación moderna con vocación de puente entre Occidente y Oriente, y otra de arena fundamentalista, aspirando a ser el líder "fiel" -inició los rezos en la ceremonia de "recuperación" de Santa Sofía-del mundo islámico. Dicen las estadísticas que casi al 50% de los turcos de tendencias democráticas les importa poco destino de Santa Sofía. Ya se verá qué fuerza tienen. Y qué hace Erdogan.

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