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josé / pettenghi Lachambre

Salvar a España. Manual

Co-mu-nis-tas, son todos unos comunistas. Pero tranquilos: aquí estamos nosotros para salvar a España.

Lo primero es convencer al personal de que la política es una mierda, y que todos los políticos son igual de corruptos. Una vez convencidos, los que no admitan que sus dirigentes sean unos corruptos, dejarán de votar. En cambio, aquellos a los que no les importe, seguirán votando. De modo que siempre saldrán elegidos aquellos a los que sus votantes no les importa que sean unos corruptos.

¿Cómo se consigue esto? Existen varios métodos, pero el más eficaz es convertir a la gente en teleidiota.

Eso sí, si pillan a alguien, siempre queda la lentitud de la justicia. Así cuando la verdad resplandezca, será ya una verdad tardía, caducada, con menos fuerza que una caña de cerveza servida la semana pasada. En todo caso, hay que prevenir y dejar en Suiza lo que ya está en Suiza y llevar a Suiza lo que aún no se ha llevado. Aquí en Cádiz somos pioneros -como en otras cosas- en la defensa de España: fíjate en Rodríguez de Castro, que cuando lo trinquen, si lo trincan, habrá que identificarlo con la prueba del Carbono 14.

También es muy útil hacer ver a la gente que, aunque existe la codicia y el compadreo, en realidad no son otra cosa que las inapelables leyes del mercado. La prueba la tienes en que hay obreros que nos votan aunque se les recorten el sueldo y los derechos. Para que veas que sirve.

O hacerlos creer que Hacienda somos todos. Ya ves. Algunos creen que es una explotación agropecuaria… Aquí es importante contar con tertulianos, aunque sean poco importantes o de pueblo. Y es lo que siempre digo: antes que simpatizantes o votantes, es mejor tener clientes.

Por último, insistir mucho en que es mejor que los partidos estén financiados por las empresas, que al fin y al cabo son las que crean riqueza, antes que por esos que quieren implantar el co-mu-nis-mo bolivariano.

Aún así, hay que estar atentos en la defensa de España, que se empieza cediendo el palco del Falla a la gente y se termina poniendo un soviet en la calle Columela o, ay, aboliendo la propiedad privada.

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