Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Ruta 66

Cuando lo consiguiera, quizás fuese el momento de lanzarse a recorrer la columna vertebral de América

El día de su cumpleaños recibió muchos mensajes, tanto de amigos que se alegraban, como de enemigos que lo hacían para recordarle lo mayor que era. Todos incidían en lo mismo, que lo importante era cumplir años y que los aniversarios eran un triunfo y debían tomarse como una celebración de la vida. Además, éste era especial porque era el número sesenta y seis. El de la ruta que unía Chicago con Los Ángeles. La que atravesaba la América profunda que ahora votaba a Trump, y terminaba frente al Pacífico en la California seca, soleada y glamourosa, que lo hacía por los demócratas. Cuando fue joven soñó con recorrerla a lomos de una Harley Davidson, animado por el espíritu de Jack Kerouac y escuchando Born to be Wilde del grupo Steppenwolf. Pero luego la vida le llevó más a los viajes organizados que por rutas desconocidas. Quizás ahora, liberado ya de la dictadura del amor, sin obligaciones familiares ni laborales que requiriesen su atención, con la libertad plena que únicamente tienen quienes están solos en el mundo, podría hacerlo. Sus hijos le regalaron una bicicleta eléctrica preciosa, y decidió ponerse en forma. Cuando lo consiguiera, quizás fuese el momento de lanzarse a recorrer la columna vertebral de América.

Tres días después, un inocente perro paseaba con su dueña por el centro del pueblo donde veraneaba nuestro héroe. Se cruzó con éste, que pedaleaba orgulloso de su deportiva actitud y al tratar de evitarlo, cayó al suelo aparatosamente. Como resultado se rompió la muñeca y hubo que operarle para que un médico sustituto, era pleno agosto, le colocara dos clavos y una chapa. Mientras asistía a rehabilitación a la consulta de un fisioterapeuta que sólo admitía pagos en negro, empezó a darse cuenta de que, si no podía con una bicicleta plegable, mucho menos lo haría con una moto de más de 250 kilos. Así que fin al sueño.

Una vez más, sus amigos acudieron a su rescate y le propusieron clases de aquagym, de bailes de todo tipo, de cerámica, pintura y cocina. También viajes a diferentes capitales europeas donde poder visitar museos y escuchar imponentes conciertos de las obras de Bach, Beethoven o Mozart. Pero nada le resultaba atractivo, porque ser viejo no le gustaba en ninguna de sus formas. Hace unos días me llegó una foto suya desde el Cadillac Ranch en Amarillo, una de las paradas más populares de la Ruta 66. Carecía de la serenidad de los peregrinos del Camino de Santiago, pero su rostro reflejaba el brillo de los jóvenes rebeldes que nunca envejecen.

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