Ruido, mucho ruido

En medio de un ruido enorme apenas se hace oír las voces sensatas, las que digan que el PSOE ha perdido el Gobierno

Sigue la campaña a favor de Vox, todos se han puesto de acuerdo en vestirlo con el ropaje vejatorio de las palabras que referencian realidades para olvidar. Extrema derecha, uf, en los pueblos de mi Andalucía hay 400.000 personas que votan a un partido de extrema derecha. Entre ésta y la extrema izquierda, más los separatistas y golpistas, es para preguntarse en qué país estamos, qué país habitamos, qué nos ha llevado a este despeñadero. Pero no nos preguntamos qué ha dejado en sus casas a los millones de andaluces que no han votado. Ni a Susana Díaz ni a nadie. Ni cómo se va a salir de este lío de ahora que conduce a la sustitución de un Gobierno autónomo que lleva más de 30 años de poder en Andalucía, o sea, la sustitución de miles de cargos públicos de la Junta y de organismos de todo tipo. Con lo mollar de la administración de un presupuesto anual de muchos miles de millones de euros. La madre del cordero, que se suele decir. Pero no hay tregua, ya los alquimistas y trileros del centro derecha, que también los hay, están en lo suyo. ¿A quién quieren engañar? Me sorprendería más que mucho que el nuevo gobierno de Andalucía no sea una coalición de PP, Cs y Vox. Sobre todo porque la vida no acaba aquí, en estos resultados, sino que continuará con las próximas elecciones del año 2019. Y si aquí, por ejemplo, Cs hace una algarata, lo estarán esperando en la esquina de las nuevas citas electorales. Porque ha dado a entender que puede pedir un Pedro Sánchez, o sea, que Marín sea el presidente con los apoyos de PSOE y la Podemia (como suele decir Arcadi Espada) para evitar que gobierne la extrema derecha, o sea, Moreno Bonilla y los Cs. con Vox, el demonio de estas elecciones.

Todo este baile se produce en medio de un ruido enorme en donde apenas se hacen oír las voces sensatas, las voces que digan, sencillamente, que el PSOE ha perdido el gobierno porque no ha ganado las elecciones ni los pactos posibles que hagan un gobierno de mayoría. Y cuando se pierde el Gobierno lo que se hace en las democracias es, sencillamente, organizar el traspaso ordenado. Para que sigan los hospitales, y las escuelas, y los semáforos. Para que siga la vida y los nuevos, los que lleguen a los despachos, al parlamento, dediquen sus energías a hacerlo mejor que el anterior, a legislar mejor, a gobernar mejor. Porque desde la Constitución de Cádiz todo gobierno debe procurar la felicidad de los ciudadanos. En Andalucía no éramos muy felices, me temo.

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