Rubor de sangre azul

Ya lo dijo Dante: ni hay que hacerse de rogar ni menos hacer pasar a nadie por el trance de rogar

El jueves el decano de la Diputación de la Grandeza de España y Títulos del Reino, Fernández-Miranda, duque de Ídem, se reunió en Barcelona con los nobles titulados de Cataluña. Insuflado ya del espíritu de la Navidad, cualquier reunión me parece genial. Sin embargo, las palabras del decano me han dado un leve alipori. Ha dicho que "tener un título nobiliario supone aceptar unas responsabilidades con España, con el Rey y con nuestros conciudadanos", como dándoles una lección de primero de aristocracia elemental. Ha insistido, supongo que levantando un índice admonitorio y chascando la lengua: "No puede seguir siendo admisible la equidistancia, el disimulo, el cuidado de nuestra comodidad o de nuestros intereses personales". Ha añadido la necesidad "de defender y apoyar al Rey, garante de la libertad y la democracia en España, y de la Monarquía Parlamentaria como forma de Estado consagrada en la Constitución, votada y aprobada en referéndum en 1978". Con la mención al referéndum, se ha embalado: "Vivimos los últimos 40 años como el periodo más largo de democracia, libertad y progreso en la historia de España".

Tenga o no grandeza de España, cualquiera que sienta la grandeza de España consideraría innecesario el recordatorio. Según Dante, el que espera que le pidan ayuda la está negando, porque no hay ni que hacerse de rogar ni menos hacer pasar a nadie por el trance de rogar. Los más de los nobles catalanes, a estas alturas, habrán defendido a España y al Rey a cara de perro. Y si alguno se ha hecho el loco, no va a cambiar por el discurso del decano.

Rubor sobre rubor: legitimarlo todo por el referéndum del 78. Por Fernández-Miranda, se explica y le honra el fervor filial, claro, pero ¡que se lo diga a títulos antiguos y para defender a la Monarquía Hispánica…! Las comparaciones son odiosas y complejas, pero ¿no hemos batido en estos 40 años un récord de corrupción política? Los nacionalismos, ¿no se han salido de madre? Si cada feto es un ser humano y sacamos los números, ¿ha habido alguna etapa más sangrienta que la del aborto subvencionado? Yo no echaría las campanas al vuelo; y menos ante una audiencia a la que se le suponen, además del valor, unos grandes ideales y la conciencia viva de la hondura insondable de nuestra tradición milenaria. Casi me alegro de no tener grandeza de España para que no vengan a recordarme lo que sé de memoria y va en mi sangre.

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