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Ritmo

La falta de ritmo termina siendo cacofónica hasta para las citas electorales. Una al año les daría ritmo

Seguro que algún presocrático, si no el mismísimo Pitágoras, diría que el mundo, además de por el agua, la tierra, el aire o el fuego, está constituido por el ritmo. Es un elemento omnipresente en todas las cosas humanas, ya sean por lo natural o por lo social. La importancia del ritmo puede apreciarse cuando se pierde. Se cae en el caos y el ruido. En la política española podemos observar la que está liando la falta de ritmo.

Las campañas electorales amontonadas han producido una sobredosis de política en todos los ámbitos, desde los partidos, pasando por los medios de comunicación y terminando en los votantes. Esa confusión permanece y ahora se remata en las negociaciones. Se están discutiendo a la vez la formación del gobierno nacional, el de bastantes comunidades autónomas y el de numerosísimos ayuntamientos. Pero para negociar un consistorio se espera a ver qué se decide en Madrid. La descentralización ¿era esto?

Para recuperar el orden, habría que buscar el ritmo. ¿Nadie ha propuesto todavía un día fijo al año y al mes para las elecciones y que se fuesen alternando cada cuatro años las nacionales, las locales, las europeas y las autonómicas? En Estados Unidos, hay elecciones cada dos años, creando una especie de música del contrapunto, que funciona muy bien. Aquí, con una al año, nunca saldríamos de la campaña electoral, es verdad, pero por su frecuencia serían campañas menos ruidosas. En vez de tanta encuesta con quién sabe qué intenciones, las elecciones anuales tomarían el pulso al pueblo soberano, que eso es la democracia. Las constituciones de cada órgano de gobierno no se verían tan irremediablemente interferidas por una negociación sobrepuesta en otro nivel más suculento. Y viceversa: las negociaciones podrían tener en consideración los buenos resultados de los acuerdos ya tomados en otros niveles, de modo que el sistema resultase fluido, constante y autocorregido.

Que hayamos tenido este atracón electoral en pocos meses y que las votaciones no vuelvan a producirse en ninguna administración hasta dentro de cuatro años está teniendo una influencia distorsionante en las estrategias y en los pactos políticos. No dejan de ser formas de escapar al control de la ciudadanía, primero por sobredosis y después por abstinencia. Unas elecciones al año permiten llevarles mucho mejor la contabilidad democrática, que a lo peor es lo que los políticos no quieren.

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