El Palillero

José Joaquín / león

Rigor en prensa

AHORA, para templar ánimos, dicen que la suspenden provisionalmente, hasta que se reúnan con la Asociación de la Prensa. Pero no entiendo por qué ha causado extrañeza la campaña #RigorEnPrensa, promovida en las redes sociales por los profesores Teresa Rodríguez y José María González, que sin ser discípulos de Marshall McLuhan ni Umberto Eco dan lecciones de comunicación. Tampoco entiendo que sorprenda que un partido como Podemos, defensor de la buena gente, arremeta contra todos los que no piensan como ellos. Ni que cause indignación la pretensión de teledirigir las portadas de Diario de Cádiz, señalando lo que se debe publicar, según su criterio, y lo que no. El procedimiento es el habitual en todas las dictaduras, incluso las del proletariado, que defienden grupos como Izquierda Anticapitalista, al que ellos pertenecen.

La campaña es coherente con sus ideas. Al vincular el rigor de los periodistas con el descenso de un 71% en la inversión municipal en publicidad también se les ha visto el plumero. Otra cuestión es que chirríe en la llamada cuna de la libertad, que ellos derivan a la libertad que les conviene. Por otra parte, no es nuevo que te insulten en Cádiz por escribir en un medio de comunicación. Esto no va por Kichi y Teresa, sino por personajillos que insultan en la red y envían anónimos por correos desde décadas pasadas, incluso desde mucho antes del cambio. También los periodistas podemos ser criticados, faltaría más. Pero ahí no entra recurrir al insulto, ni tampoco señalar enemigos poniéndoles una cruz.

Aunque es lamentable, no debería sorprender que Podemos entienda el rigor en la información de modo excluyente y totalitario. No es porque protesten cuando se está investigando cierta aportación a la fundación de Podemos por el régimen de Hugo Chávez. Esto no se ha inventado en la Venezuela de hoy, sino antes. Esto de querer unos medios de comunicación afines, y eliminar a los enemigos, ya lo practicaron personajes tan dispares como Hitler o Lenin, que coincidían en algo básico para ellos: el disidente estorba. Por supuesto, ya no es igual. Aquellos eliminaban, estos señalan.

Sólo la libertad aporta una dignidad moral. ¿Hay que aceptar las críticas cuando se critica? Pues sí, vale para todos. No olvidemos que González y Rodríguez, la pareja perfecta, han llegado ahí, en parte, gracias a periodistas que les siguieron el juego. Es consecuente que ahora protejan a sus amiguitos y señalen a quienes no lo son. Es saludable que se quiten la careta. Podemos ver ya, sin disimulos ni rubor, el modus operandi de quienes no aceptan la libertad.

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