La inspiración de Brahms nos dejó Un Réquiem alemán, pero al de Verdi no se le conoce como un Réquiem italiano, a pesar de serlo en su esencia. En la historia de los pueblos se va quedando un patrimonio colectivo, que forma parte de su personalidad. Hoy el Réquiem italiano es también gaditano, y suena por Gianni Campo, el propietario del Salón Los Italianos. Con él se ha muerto una parte de ese Cádiz que lucha por sobrevivir en la decadencia, que sigue con la esperanza de atisbar una orilla que no se acerca, sino que se aleja, y que se percibe en la conciencia como una utopía. A Gianni Campo no se le puede despachar al otro mundo sólo con un día de luto oficial. Con él se ha apagado otra vela del tiempo perdido en Cádiz.

Gianni Campo se llamaba Juan Francisco (nombre por el que nadie lo conocía) y no era italiano, sino gaditano. En Cádiz nunca se olvida el origen de los que llegan, que son todos, pues no quedan apenas descendientes directos de los fenicios. Gianni no se llamaba Gianni, nació en Cádiz y fue bautizado en la parroquia de San Antonio. Italianos eran sus padres, que habían llegado en 1940, tras pasar por Madrid, donde abrieron una heladería en la calle Fuencarral.

Lo que hizo en Cádiz la familia Campo fue mucho más que mantener una heladería. Pusieron un salón, que enlaza con los antiguos cafés y las tertulias del siglo XIX. Ese negocio comienza en 1940, al principio de la posguerra, pero recupera el espíritu del Cádiz de Benito Pérez Galdós, o de aquella ciudad de Los majos de Cádiz de Armando Palacio Valdés. Era como recuperar un Cádiz burgués que creó el gaditanismo tal como aún se entiende. Un Cádiz americano e italiano, en el arte y en la vida.

Es la ciudad de la calle Ancha y la plaza de San Antonio. En aquellos primeros años de Los Italianos es el Cádiz de José María Pemán (a cuya casa no le han cambiado el nombre), el de los Aramburu, los Carranza y otras familias. Sin embargo, no es sólo ese Cádiz el que se saborea en un topolino, sino otro anterior: el del mármol y la caoba.

Gianni era gaditano e italiano a su modo. Gianni tenía un corazón que no le cabía en el cuerpo. No es sólo que fundara la Asociación de Reyes Magos con otros dos ilustres gaditanos: Fernando Delgado Lallemand y Pepe el de la Gloria. Gianni Campo era un tiempo de Cádiz que se evapora día a día, y ya no llegan otros Gianni, ni de Italia, ni de América. Quedan su salón y sus hijos; pero el día que se acabe el último topolino sonará otro Réquiem italiano. Será, ya para siempre, un Réquiem por el Cádiz que perdimos.

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