Esta es la crónica de una muerte anunciada. Se nota que a los del Bicentenario le gustará mucho Gabriel García Márquez, que es colombiano y puede dar para un viaje a Bogotá, Aracataca y el Carnaval de Barranquilla. A él también le gustó Cádiz cuando viajó en 1994. Vino, entre otras cosas, para recibir el doctorado honoris causa por la Universidad de Cádiz. Pues este García Márquez es otro profeta. Escribió algunos libros que parecen pensados para nuestra pobre Pepa: Crónica de una muerte anunciada, Los funerales de la mamá grande, El coronel no tiene quien le escriba, El amor en los tiempos del cólera, Vivir para contarla... Y la mejor de todas: Doscientos años de soledad (¿o se quedó en cien?).

A La Pepa le han puesto la cruz y la raya. Fue Francisco Menacho quien lo dijo en voz alta, en el Casino Gaditano, donde también recordó que él es de Olvera, como Javier Arenas, sin mayores coincidencias. La Pepa es poco conocida fuera de Cádiz, según Menacho, responsable ahora del Bicentenario. Estas son las cosas que ponen de los nervios a Teófila, que se quejó cuando pusieron lo de La Pepa en todas partes, sólo para fastidiar a Cádiz. Dice que ella fue la única que se quejó, lo cual no es cierto del todo, hubo más quejas, con el mismo éxito que la suya. Pues la cosa iba de dar por saco a Cádiz, con la excusa de que también había actos en San Fernando, que era un Bicentenario anterior. Ya no existe.

Porque aquí mandan los que mandan le pusieron La Pepa al puente, siendo ministra Magdalena Álvarez. Porque nos sale del pito pusieron La Pepa 2012 en el anagrama y todo lo referente al Bicentenario, siendo jefe del Consorcio Gaspar Zarrías, que era un mandado de Chaves. O sea que la Pepa no se ha puesto ahí ella sola,sino que la pusieron unos señores y señoras, que son quienes han metido la pata. Y ahora, como suele pasar, el amor se tornará en odio hacia La Pepa, no me des tormento. ¡Pobre Pepa! La han condenado al olvido.