CÁDIZ es este fin de semana el eje del ocio en la provincia gracias a su Carnaval. La ciudad se convierte en punto de encuentro de los aficionados a esta fiesta. Pero también es, por desgracia, la capital del botellón de gran parte de Andalucía. Esta derivación de la fiesta, o más bien degeneración, hace un flaco favor a la ciudad, que se ve año tras año impotente a la hora de frenar la llegada de miles de jóvenes desde diferentes puntos de la geografía para beber alcohol sin control, jóvenes a los que el Carnaval poco o nada les importa. Esta es una asignatura pendiente de esta fiesta, que debe reorientarse de alguna forma para acabar con ese 'efecto llamada' que convierte a Cádiz en el referente del descontrol. El Carnaval es otra cosa.

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