Desde tribuna

José Joaquín León

Relevo en el banquillo

JULIÁN Rubio debuta mañana como cuarto entrenador del Cádiz en esta temporada. No es el momento ahora de analizar los fallos cometidos por sus tres antecesores, que se ganaron las destituciones con trayectorias irregulares que terminaron mal. Creo que a Rubio no se le ha encomendado una misión imposible, ni mucho menos, porque al Cádiz le faltan tres partidos (Málaga, Sevilla Atlético y Hércules) y estará salvado ganando 6 puntos. Dos de los rivales, los dos últimos, no se juegan nada que no sea la prima a terceros que les pueda caer. Pero las primas que dan los equipos de la zona baja no son iguales que las de quienes luchan por ascender a Primera. En esas condiciones, es mejor jugarse el descenso con equipos de la zona cómoda, y todos nos entendemos. Suelen estar menos motivados…

El problema es: ¿está motivado el Cádiz? Se ha rumoreado que los jugadores recibieron una llamada, prometiendo una sustanciosa prima, en el descanso del partido con la Real Sociedad; una sospecha que podía tener cualquiera en el minuto 5 del segundo tiempo, viendo la portentosa transformación del equipo. A lo peor mañana, en Málaga, no los llaman para prometerles una prima como la que debían tener los jugadores del Hércules cuando ganaron allí, en otro fenómeno portentoso que se vio en ese encuentro, retransmitido por Localia TV, y que acabó con un marcador más propio de Federer vs Nadal: 4-6. Bueno, pues sería un grave error de la Real Sociedad y el Sporting no contribuir a que se salve el Cádiz con una motivación extraordinaria. ¡Todo sea por la causa de la salvación!

Debemos tener presente la singularidad de algunos futbolistas, que se motivan según las circunstancias. Hasta ahora echar al entrenador ha dado buen resultado. Un futbolista de esta mandangosa plantilla, César Caneda, ha sugerido que a lo mejor había que echar al entrenador cada tres semanas para que reaccionaran. Quizá se animan, pensando que el nuevo no puede ser peor que el anterior y tendrán más posibilidades de jugar. Es lo que pasa cuando se tiene en el banquillo a un técnico que no sirve para toda la temporada.

Este año la directiva del Cádiz ha estado desafortunada con los entrenadores. Se ha repetido el mismo error, algo que parece inexplicable. La destitución de Raúl Procopio, en todo caso, se debió acordar tras la goleada en Vigo. Ahí ya se había visto la película completa de lo que se nos venía encima. Con cuatro partidos por jugar, el margen de Julián Rubio hubiera sido mayor, sobre todo para no regalarle al Nástic un partido decisivo para mantener la categoría.

Desconozco si Julián Rubio es un buen o mal entrenador. Sólo tengo claro que, si el Cádiz desciende, demostrará que es bastante malo. Tres partidos no permiten márgenes de error, pero no es imposible ganar a dos rivales que no se juegan nada, ni siquiera a otro, el Málaga, que se juega más que el Cádiz y saldrá nervioso tras sus últimos fracasos en La Rosaleda.

Y una pregunta que nunca tendrá respuesta: ¿se hubiera llegado a esta situación si hubieran contratado a Paco Flores, o un técnico de cierta experiencia, cuando Fernando Vázquez dijo que no?

Hay años bisiestos en los que no estamos para nada.

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