Reinventar el Carnaval

Nadie está en posesión de la verdad. El Carnaval ha sido sometido a los gustos y opiniones de cada momento

El modelo del Carnaval de Cádiz, al menos en lo referido al concurso, está agotado. Los principales autores así lo estiman. Antonio Martínez Ares ha sido duro, al decir que hay que aplicar la guillotina a algunas cuestiones. Entre ellas, una de las más discutidas es la fase preliminar del COAC, en la que agrupaciones mediocres y de flojísimo nivel compiten para rellenar las funciones y para presumir en sus pueblos de que cantaron en el Falla. Aunque algunas agrupaciones chungas proceden de Cádiz capital. Una vez que termine la final del COAC, a las claritas de esta mañana, llega el Carnaval en la calle, sobre el que también existen dudas.

Vivimos tiempos en los que se cuestiona todo. Yo he escuchado críticas incluso al modelo del Pregón. Y no lo digo por el de este año, ya que el cantaor gaditano David Palomar sabe de lo que se trata y no es un paracaidista. Aún así, el asunto sería más profundo: ¿sigue necesitando un pregón el Carnaval, después de tantos pregoneros?

Son cuestiones opinables, donde nadie está en posesión de la verdad. El Carnaval ha sido sometido a los gustos y opiniones de cada momento. Para las celebraciones en las calles, existe amplia coincidencia en que deberían ser más verdes y menos bordes, en el sentido de menos guarras. Sin olvidarnos de que el Carnaval de Cádiz nunca ha sido tan fino como el de Venecia, sino una fiesta transgresora. Y aquí ese concepto se entiende de diferentes modos. Algunos incluso desde la perspectiva de que todo vale. Y que los abusos entran dentro de la libertad, en una fiesta de origen libertino.

Comparado con otros carnavales del mundo, el de Cádiz mantiene una identidad basada en las coplas. Tanto las oficiales como las callejeras. Las agrupaciones (inscritas o no) son las protagonistas casi exclusivas. El Carnaval de Cádiz no se parece a los de Canarias, ni al de Río de Janeiro, ni al de Venecia. La preponderancia de las agrupaciones y las coplas se ha extendido a otros lugares de Andalucía (quizá por la repercusión de Canal Sur desde finales del siglo pasado), por lo que imitan a Cádiz. Y, claro, salen perdiendo en la comparación.

¿Otro Carnaval sería posible en Cádiz? A ver, no se trataría de cargárselo en sus formas actuales, ni restar protagonismo a las agrupaciones (eso parece imposible y tampoco es deseable), sino de recuperar o adaptar otras costumbres que también son carnavalescas. Por eso, quizá sea el momento de abrir un debate, asumiendo que el Carnaval de Cádiz necesita una vuelta de tuerca para consolidar su identidad.

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