EL Festival de Eurovisión dejó de interesarme después de que, en 1985, Paloma San Basilio nos representara con La fiesta terminó, de Juan Carlos Calderón, y quedara en la nefasta posición que quedó. Fue tanta decepción comprobar cómo una melodía tan bonita resultó tan denostada en la votación, que pocas veces más me he fijado en lo que allí ha sucedido.

Veintitrés años después -era yo muy pequeño cuando lo de Paloma-, he decidido que lo mismo me reconcilio si, como ella tanto desea, Malena Gracia consigue al menos colocar su canción, Un poquito más, entre las diez finalistas de una gala de televisión que, creo, se celebra el próximo uno de marzo. Antes, claro está, hay que votarla a través de Internet, en la página de myspace donde aparece este tema compuesto por José Juan Santana con el que quiere reconducir su carrera profesional. El susodicho autor se puso en contacto con ella hace tres meses y ella, naturalmente, dijo "sí". "Sí" a un muy digno camino para dejar atrás la prensa rosa. "Sí" a un ilusionante futuro en el que compaginar la música y la interpretación. "Sí", en pocas palabras, a una nueva vida.

Todo el mundo merece una oportunidad y, quien no sabe darla, de humanidad puede presumir poco. Por eso pido un voto para Malena que, además, tampoco se trata de ningún grillo cantando. Para eso corre por sus venas el arte andaluz que ha heredado de su padre, un sevillano de Triana que fue torero, y de su abuela y, para eso también ha completado poquito a poco una formación que ha demostrado con temas como Loca, quién no la ha bailado, o con películas como Atasco en la nacional.

Menos en lo sentimental, las cosas parecen irle sobre ruedas. "Estoy un poco decepcionada de los hombres. Después de un año con mi pareja, ha decidido que quería que fuésemos sólo amigos y a mí, claro está, eso me resulta imposible", me confiaba conservando el tono optimista de "ya llegará otro". Malena, hazme caso y piensa en positivo, que le den. Al fin y al cabo, ¿será por hombres?