RELOJ DE SOL

Joaquín Pérez-Azaústre

Rajoy, marxista radical

RAJOY se parapeta, Rajoy no es de este mundo, Rajoy ahora ha de enfrentarse con Rajoy. Rajoy se ha desdoblado, hay dos Rajoy: el de antes y el de ahora, que es la dualidad continua del PP. En el PP, parece, hay dos partidos, uno por cada P, que son también el de antes y el de ahora, o quizás el de siempre y el de ahora, o el que pudo ser y el que fue siempre. Todo esto tiene su sentido orgánico, estadístico y común, porque si toda la derecha se aglutina en este espectro boscoso del PP es normal apreciar las diferencias, que ahora son matiz fundamental. El drama de Rajoy es que al final se está fagocitando, se está hundiendo a sí mismo, es mera retórica retroactiva que antes sacudió al vil Zapatero y ahora le sacude todo el cuerpo, desde el escroto hasta la coronilla. El ala radical del Partido Popular, la que se siente cómoda en compañía de la extrema derecha, de los púlpitos de antes y de las conspiraciones templarias y asturianas, utiliza ahora en contra de Rajoy los mismos argumentos que Rajoy enarboló en su día, en plan muy callejero y de pancarta, buscando así el descrédito no sólo público, sino también interno e institucional, no únicamente de José Luis Rodríguez Zapatero, sino también de todo el Gobierno, de la legitimidad del Gobierno y hasta de la moralidad del Gobierno. Rajoy ha acusado a Zapatero de ser amigo de los terroristas, de traicionar a los muertos, de vender Navarra, de ser un titiritero mansurrón en manos de las hordas de Carod. Ahora, los antaño acólitos de Rajoy, los que le animaban a quedarse tras su segunda derrota coronada de una satisfacción de cartón piedra, usurpan su anterior discurso de improperios pero no para dirigirlo a Zapatero, sino al propio Rajoy.

En el Partido Popular se masca un odio que antes era centrífugo, pero que ahora es centrípeto y hasta quizá antropófago. Hasta los anteriores baluartes mediáticos de Mariano Rajoy, que le hicieron la ola y el aplauso cuando José María Aznar lo designó a dedazos, ahora reclaman indignados democracia interna en el partido. Habría que leer, hoy, los editoriales que escribieron, los reconocimientos a Rajoy, quizá porque en aquel tiempo alabar a Rajoy era alabar a Aznar y a su gran dedo, pero ahora, con el jefe volcado en el especulación internacional y en su vocación de oráculo sombrío, se puede criticar aquel dedazo sin que José María Aznar se sienta herido. Hasta Fraga Iribarne es objeto de chanza y risotada, qué querrá el viejo éste, qué tiene que decir de Gallardón, olvidando su frase legendaria: "Aquí no hay tutelas, y no hay tutías", que Aznar nunca es capaz de prestigiar. ¿Y las bases? Rajoy es agente doble, Rajoy es puro marxismo radical.

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