Quo vadis, Pedro?

Sánchez se ha quedado muy corto en su legislatura y lo quiere remediar ahora con un buen atracón de dulce

Mi joven y erudito amigo José María Sánchez Galera, al terminar el interminable discurso-mitin de Pedro Sánchez y tras una leve mención a su larguísima cursilería, me remitía la escena inmortal de la muerte de Petronio en la película Quo Vadis? (Mervyn LeRoy, 1951). A buen entendedor, pocas palabras, y mejor si son de Petronio, árbitro de la elegancia, que, mientras se suicidaba, escribía a Nerón: "Puedo perdonarte por haber asesinado a tu esposa y a tu madre, por haber incendiado nuestra amada Roma, por haber esparcido en toda la nación el hedor de tus crímenes. Pero una cosa no te puedo perdonar: el aburrimiento de haber escuchado tus versos […]. Mutila a tus súbditos si te place, pero con mi último aliento te pido que dejes de mutilar las artes. Me despido, pero no compongas más… Embrutece al pueblo, pero no lo aburras, como has aburrido hasta la muerte a tu amigo, el extinto Cayo Petronio».

A usted puede haberle gustado Pedro Sánchez. "De gustibus non est disputandum", como no diría Petronio. Pero si no le pareció cursi, vea el vídeo del entregado aplauso que le dan sus ministros y cómo él, divo, lo recibe. Si todavía no le parece muy cursi, no siga leyendo. Esta columna tanta cursilería la da por supuesta.

Porque mi duda es sólo si le será eficaz o no. Si alguien tan apegado a la resistencia se ha lanzado a las elecciones, es porque tiene que verles color… o sabor. Quo vadis, Pedro? A las elecciones… a base de mucha azúcar.

Me ha ayudado a verle la estrategia que yo jamás tomo postre a no ser que haya quedado hambriento. Si alguna vez, después de un almuerzo, me ven pedir algo más que un café sin azúcar es que me he quedado corto con la carta. Sánchez se ha quedado muy corto en su legislatura y lo quiere remediar con un atracón de dulce.

Abre así un nuevo eje político. Teníamos ya el viejo eje izquierda-derecha, el nación-nacionalismos y el sistema-antisistema. Ahora Sánchez va a por lo dulzón, que Iglesias tiene muy descuidado. Casado va por lo salado (de su sonrisa juvenil); Rivera, por lo ácido del positivismo tecnócrata y el europeísmo a ultranza y Abascal por lo amargo de coger por los cuernos los hondos problemas (natalidad, ideología de género, autonomías…) de la hora. Como él nos ha adelantado a la vez que adelantaba las elecciones, Sánchez apuesta por el azúcar y puede -sólo con pensarlo me entra hiperglucemia- salirle bien. La gente es muy golosa.

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