Quo vadis, Íñigo?

No está clara ninguna día diferente al PSOE o a Podemos viene a defender Íñigo Errejón

En otro medio he hecho el análisis electoral de la aparición estelar-electoral de Íñigo Errejón. Resumo: 1) la fragmentación de la izquierda empata con la de la derecha y la justifica; 2) endurecerá el discurso de Iglesias y, en consecuencia, las condiciones para pactar tras las elecciones; 3) restará foco mediático y votos al PSOE; y 4) dividiendo a Podemos puede hacer que Vox, aunque no suba de votos, pase a cuarta fuerza política, con consecuencias en la distribución de escaños, según la ley d'Hont.

Sin embargo, olvidé la pregunta previa y esencial. ¿Hay alguna idea o proyecto o principio que Íñigo Errejón venga a defender que no estuviese ya defendido por el PSOE y/o por Podemos? La fragmentación de la derecha tiene una clara razón ideológica de ser. Vox surge para defender lo que el PP no defendía y el PP no puede ocupar el espacio de Vox porque tiene que sostener la postura de otra derecha a la que no le importa en absoluto no dar ni por asomo la batalla ideológica si se asegura la buena marcha de la economía. Ciudadanos también tiene su nicho de antinacionalismo sin esos pactos que luego firma el PP cuando le conviene, pero con un liberalismo moral extremo. Se les ven los perfiles y los límites. Tanto que nadie dudaba que eso de España Suma exigía una obvia renuncia de ideas y principios.

En la izquierda, sin embargo, los límites ideológicos se diluyen en el magma hirviente del discurso dominante. Todos a favor del aborto, de subir impuestos, de apaciguar a los nacionalistas, de la ideología de género y del paquete entero. Aún entre Sánchez e Iglesias podía haber unas ligeras diferencias de posibilismo económico, aunque bien pequeñas. Gabriel Rufián no entendía cómo no se entendían.

Con Íñigo Errejón van a ser más indistinguibles todavía, porque hará de común denominador. ¿Qué parte del discurso de cualquiera de ellos va a rechazar el otro? En la derecha esos discursos enfrentados están a la vista de todos (papel de las autonomías, leyes de género, globalismo, ecología radical, ideología LGTB, etc.). En la izquierda, no.

Lo que nos lleva a darnos cuenta de las exactas dimensiones del teatro. La izquierda se encamina a una lucha de egos, de ecos, de imágenes. Como no discuten por las ideas, lo hacen por el espacio. No por los programas, sino por el panorama. Tanto el egocentrismo sentimental como los ataques personales en la campaña les serán inevitables.

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