Quejarse es lo último

La mano que muevelos cordones sanitarioses la mano que gobiernael mundo

Escandaliza que el Gobierno del Reino de España pacte la ley más importante en una democracia, que son los Presupuestos, con Bildu, que no ha condenado los atentados de ETA y que quiere, programáticamente, la destrucción de España. También cunde el desaliento cuando se ve que la gravedad de la cuestión no cala en la base electoral del partido socialista y que personalidades o personajes como Page y Vara (Gotera y Otilio), otrora gesticulantes de la dignidad altiva, dicen que no les quedaba otra, ea, y a correr. Tan presupuestos, digo, tan contentos.

Quejarse, sin embargo, debería ser lo último: sólo trae descrédito. Se pueden hacer cosas. Si el PP no estuviese tan entretenido en la pelea interna, haría un movimiento maquiavélico. Aprovecharía la fuerza del contrario (tan superior a la suya) en beneficio de la denuncia.

Los medios de izquierda han demonizado a Vox con todas sus fuerzas -también con la colaboración vergonzante del PP y de los miedos, digo, medios, de derechas-. Tanto lo han hecho que hoy produce muchísimo más escándalo un pacto con los de Abascal que con los de Otegui. Es una oportunidad.

El PP de Andalucía, el de Murcia o el de Ceuta, por poner ejemplos palmarios, podrían ofrecer puestos en sus gobiernos a Vox como respuesta directa a los pactos con los filoetarras. «Hay que unir a los que rechazan esta indignidad», afirmarían. Se montaría un cisco y entonces se dejaría de hablar de las cosas de Casado y se hablaría sobre la verdadera dimensión de Bildu, que ni asume la Constitución, ni a España, ni a la monarquía, ni nada. La diferencia con Vox es literalmente infinita, porque infinito es el valor de cualquier vida humana, y Bildu justifica el asesinato de cientos de españoles. La comparación -que es burda e injusta- sería ilustrativa, en cambio, para la ciudadanía.

Con esta propuesta no hago ningún favor a Vox. El partido se vería utilizado como catalizador de una denuncia. Pero, como de otra manera la deshonra nacional de pactar con Bildu no termina de calar en una sociedad adormecida, sería estupendo que el PP reuniese el valor. Quejarse por las esquinas de que la opinión pública se traga sapos y culebras y haber regalado el control de esa opinión a tus rivales no es coherente. ¡Si hasta Odón Elorza vacila en el Congreso! La mano que mueve los cordones sanitarios es la mano que gobierna el mundo. Un buen meneo empieza a ser de primera necesidad.

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