El Pinsapar

Enrique Montiel

Queda pendiente

EL sábado pasado llovió a mares, se abrieron los cielos casi, pero al anochecer se cerró la vena del agua para que pudiéramos llegar al Teatro Villamarta. Porque Paco Cepero cumplía 50 años de artista y quería darle a su pueblo todo lo que tenía en el corazón. El pueblo de Paco Cepero es Jerez, como es sabido, pero su parroquia es toda la afición flamenca del mundo. Y Cádiz. Siempre he sostenido que esta cosa de la rivalidad entre Cádiz y Jerez, por el fútbol, el nombre del aeropuerto, la capitalidad de la provincia o cuantos incendios interesados quieran prender los aprendices de brujo, o bruja, a donde no llegan es al flamenco. Jerez muere por Cádiz y Cádiz por Jerez. Quiero decir que cuando Juan Talega decía que el flamenco va y viene por la vía del tren, de Sevilla a Cádiz, y vuelta, sabía muy bien lo alegre que iba la máquina bajando al Puerto desde la ciudad de las bodegas y lo airosa y cascabelera que llegaba a la puerta del muelle gaditano, en el que -Pericón dixit- aparecieron "las partituras" del flamenco.

Estaba diciendo que Paco Cepero cumplía 50 años de artista, de artista genial (se bautizó en el Teatro Falla, por cierto) y quiso abrirle su corazón a Jerez. A muchos, muchísimos, nos dio un pellizco, nos arrancó las lágrimas con una falseta inesperada, un adarme más de la magia que tiene su guitarra maravillosa. El público puesto en pie agradeció emocionado su recital de perfección y duende. Junto a él, saludaron los artistas que lo acompañaron esa noche... ¡Pero faltaban tantos, tantos! A su conjuro no pudieron acudir los Tío Borrico, Sordera, Paquera, Terremoto, Camarón, De la Pica, Curro de la Morena... El elenco que ahora está de fiesta en el barrio de Santiago del Cielo. Pero tampoco subieron a darle una vueltecita por bulerías Tomasa Guerrero, ni Mercé, Vicente Soto, Manuel Moneo, Barullo, Moraíto , los jóvenes flamencos que ha grabado Pepe Castaños, el Pipa y su tía Juana, o sea, el cante, el baile y el toque de Jerez, ni las peñas... No estuvo como deberían haber estado, digo. Mucho más cuando se celebraba la alegría de una vida de arte, no se hacía un homenaje caritativo para pedir fondos con los que afrontar una enfermedad, una desgracia, que no es lo mismo un bautizo ni una boda que un entierro...

Por eso queda pendiente, quedan pendiente las campanas al aire y que sea ese día la convocatoria universal de una ciudad tan flamenca que no puede ser cicatera con sus grandes artistas, las gentes que llevan el eco de Jerez por el mundo. ¿De qué se trata? De convocarlos a todos desde donde se puede convocar a todos. Y como se debe. Con generosidad, con arte. Cepero se lo merece.

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