A la misma hora en que José María González Kichi y Fran González reaparecían en escena como dos tortolitos, después de pasarse cinco largos años odiándose, el alcalde se marcó un punto y aparte, durante la ceremonia de cine, junto al delegado de la Zona Franca, para arremeter con todos los cristalitos de sus tripas contra su gente. Podemos e IU han expulsado a Teresa Rodríguez de Adelante Andalucía con una maniobra de baja estofa y eso Kichi no lo perdona. Aunque haya sido la portavoz izquierdista Inmaculada Nieto la encargada de que la mesa del Parlamento trate a los anticapitalistas como "tránsfugas" de tres al cuarto, la orden ha llegado desde mucho más arriba, desde Galapagar, en concreto. Nieto puede presentar un cartel taurino un buen día, como hacía de concejal de Fiestas con la sonrisa de oreja a oreja, con la misma tranquilidad con que ahora compara el toreo con la ablación de clítoris y los apaleamientos por adulterio. Nieto puede decir una cosa y la contraria, pero ella no diseñó esta jugarreta tan fea. Irene Montero se delató al recordarle a Teresa en las redes sociales que la política no se detiene ni durante tu permiso de maternidad. Y es correcto. Pero seguro que cuando la líder de Adelante maldijo a los que cuestionaran la baja de Kichi, "desde la mala leche", jamás imaginó que se las tendría tiesas con la ministra de Igualdad en el rellano de la escalera de Twitter.

Pablo Iglesias juró vengarse de Kichi y Teresa el mismo día que la feliz pareja criticó su casoplón desde su modesto pisito de La Viña, y el todopoderoso vicepresidente ha aprovechado la baja de ambos para asestar el golpe definitivo a quienes tanto le ayudaron, por ejemplo, para derrotar a Íñigo Errejón, su penúltimo enemigo íntimo. Iglesias habrá respirado tranquilo porque ya puede gritar junto a Montero aquello de ¡por fin solos! De cuantos le acompañaron en el origen del movimiento que rompió con todos los moldes, para canalizar la indignación de medio país, ya no queda nadie: ni Bescansa, ni Monedero, ni Alegre, ni Errejón..., y ni rastro de quienes le llevaron en volandas por Andalucía. Ya sólo quedan Pablo e Iglesias. Y si de verdad Teresa, cuando grabó el video para despedirse de Podemos junto a Iglesias bajo música celestial, pensó que él iba en serio, entonces no es el animal político del que todos hablan.

Como es ley, Kichi acusó a sus ex queridos socios de Podemos e IU de "villanos y traicioneros". "Ha sido una puñalada por la espalda", sentenció, haciéndose el ingenuo tras su feliz letargo. Quizá sea el único en pensar que Podemos les perdonaría el portazo y que IU les dejaría a su aire tan ricamente, con la pasta y los asesores, sin separación de bienes. Tal vez creyó que Iglesias olvidaría algún día que fue él quien le bautizó para siempre como el marqués, el de Galapagar, el del chalé de lujo. Y de ser así, entonces es que las redes le están afectando gravemente con los algoritmos que hacen que lleguemos a pensar que todo el mundo piensa como nosotros, gracias a nuestros gustos y amistades. Como dice Teresa, una fuerza andaluza autónoma siempre molesta en Madrid. Si encima te sacan los colores renunciando a ciertos privilegios y recordándote quién eres un día y otro, lo extraño es que Iglesias haya tardado tanto.

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