la esquina

José Aguilar

Preso del pasado

SE hará lo que se pueda, dijo Juan Belmonte al intelectual madrileño que sugirió que ya sólo le faltaba morir de una cornada en la plaza para consagrar su gloria, según el magnífico relato de Chaves Nogales. Se hará lo que se pueda, es el mensaje que Rubalcaba envía a un PSOE cabizbajo al que logró convencer meses atrás de que era su candidato menos malo.

Hay que reconocer que, en efecto, Rubalcaba está haciendo lo que se puede: recuperar las señas de identidad de la socialdemocracia, aunque para ello haya tenido que abjurar de uno de sus dos acompañantes de lujo en la conferencia política del fin de semana (Zapatero) e iluminarse bajo la aureola del otro (Felipe González). Desprenderse del lamentable pasado inmediato y cobijarse en el exitoso, pero ya inoperante, pasado lejano.

Que el candidato socialista gane las elecciones se antoja una gesta titánica. Incluso impedir que Rajoy saque mayoría absoluta ya es empresa harto complicada. No veo que disponga de otra arma que presentarse al electorado borrando las huellas del zapaterismo. Ahora bien, ¿eso es posible? Mejor dicho, ¿es creíble? Ésta es la contradicción objetiva en que se mueve Pérez Rubalcaba: el vicepresidente, portavoz y ministro del Interior de un Gobierno que sigue en activo no está en condiciones de colarle a la gente que él subirá los impuestos y revisará la política de ahorro y control del déficit, porque la gente piensa inmediatamente en lo mal que lo habrá pasado este hombre como número dos de Zapatero haciendo todo lo contrario.

Ésta debe ser ya la línea oficial de la campaña, porque José Blanco, que todavía es ministro de Fomento, admitió ayer que los sacrificios impuestos a pensionistas y funcionarios deberían de haber sido compensados y que "a lo mejor teníamos que haber pedido un mayor esfuerzo a los que más tenían". Si los gobernantes siguen en este plan alguien los va a comparar con Franco. No por nada, sino por aquella anécdota de que en una tertulia salió a relucir el nombre de un general fusilado por su lealtad a la República del que el llamado Generalísimo preguntó "¿A ese no lo mataron los nacionales?". Como si él fuese un marciano... El pasado persigue a Rubalcaba, a Blanco y a todos los que pugnan estos días por hacerse un hueco en las listas del PSOE.

Tengo aún otra duda. No sé de dónde saca Rubalcaba la idea de que movilizará mejor al electorado girando a la izquierda y asustando con la llegada de la derecha. Las últimas elecciones, autonómicas y municipales, indican más bien que los votos se han desplazado hacia la derecha. En una oleada de magnitud sólo comparable a la que otorgó al PSOE el mayor triunfo de su historia, en 1982.

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