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Premio para el tramposo

Ante la falta de ética y de criterios que existe en la sociedad, parece normal que el fin justifique los medios

En este país, donde el futbol es un reflejo de la sociedad ("mi religión", dicen algunos), y va de la mano de la política, lo ocurrido en la final de la Supercopa de España es muy significativo. Primero que se disputara en Arabia Saudí, por motivos comerciales, aunque no hubo ningún llenazo en el estadio, excepto cuando abrieron las puertas. Por un puñado de euros se vende cualquier cosa. También chirría la hipocresía de quienes criticaron a la Federación, por llevarse los partidos a un país donde marginan a las mujeres, como si no lo estuvieran en el Irán de sus amigos, los ayatolás, donde por cierto han derribado un avión civil con 176 pasajeros, sin que se haya aclarado el episodio. Pero vayamos a lo nuestro de hoy, que es la bochornosa concesión del premio de MVP (o mejor jugador del partido) a Fede Valverde, que fue expulsado con roja directa.

La jugada es conocida por casi todos: se escapa Morata, solo ante Courtois, y cuando se supone que va a marcar el gol que le dará la Supercopa de España al Atlético, llega Valverde y lo derriba con una dura entrada por detrás. Con esa falta evitó el gol, aunque había que marcarlo. Toda la prensa deportiva madridista ha elogiado al uruguayo, que hizo "lo que había que hacer".

Pues no. Hizo lo que no había que hacer. El fútbol es un deporte, en el que las patadas se le dan al balón, no a los futbolistas del rival. En ese deporte, como en todos, hay que ganar con buenas artes, siendo el mejor, pero no el más tunante. Han dado un ejemplo negativo a los jóvenes y a los niños. Ante la falta de ética y de criterios que existen en la sociedad, parece normal que el fin justifique los medios. El maquiavelismo es llevado a la máxima expresión. Vale todo, con tal de ganar los nuestros.

Le pudieron dar el premio al portero del Real Madrid, Courtois, que hizo buenas paradas y detuvo un penalti. Pero no; se lo dieron a Fede Valverde, al tramposo, que además había fallado un gol, cuando estaba solo ante Oblak, en la mejor ocasión del Real Madrid. Es una decisión zafia, que pone la guinda a este despropósito de Supercopa.

Pero, sobre todo, es un mensaje turbio para la gente. En este país ya vale todo. En este país le puedes hacer una entrada canallesca al hábil, o mentir en una campaña electoral, o prometer lealtad para después pisotearla. En este país, los mentirosos, los tramposos y los ventajistas funcionan a sus anchas. Son los que manejan el cotarro, los que se llevan los premios, los que mandan, y los que se aprovechan de los simples que creen en la bondad del ser humano.

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