Premiar a los fieles

Al hacer las listas municipales en Cádiz, el caso de Vox es como el de Podemos hace cuatro años

Premiar a los fieles es una práctica tradicional en la política española. Más allá de las ideologías, algunos dirigentes convierten a sus partidos en clubes de amigos. Sin embargo, los partidos populistas llegaron predicando transparencia, nuevos tiempos, participación de las bases y un montón de cosas que se han pasado por el forro. Unos se han cargado las primarias y han utilizado el método digital que tanto criticaban. Otros tienen a las bases teledirigidas y bien controladas. En algunas primarias se descubrieron trampitas, y en otras no se han detectado pero se dan por supuestas. Sin embargo, al hacer las listas municipales en Cádiz, el caso de Vox es como el de Podemos hace cuatro años. Han preferido la fidelidad a la calidad.

En las municipales de 2015, Podemos presentó una lista dominada por los Anticapitalistas, bajo las siglas Por Cádiz sí se Puede. Consiguieron el gobierno municipal, junto a Ganar Cádiz, en condiciones ya sabidas. Se encontraron con ocho concejales, de los cuales más de de la mitad no les servían para esos cargos. Así lo ha padecido Cádiz durante cuatro años. Ellos mismos lo han reconocido, cepillándose a cinco en la próxima lista, y se han quedado cortos. Hace cuatro años tenían la marca Podemos y ahora dicen que tienen la marca Kichi.

En Vox tienen la marca Vox. La izquierda cabreada votaba antes a Podemos (ahora se han vuelto más prácticos y votarán al PSOE), pero la derecha suele ir con algunos años de retraso. Así le llega su turno: la derecha cabreada votará ahora a Vox, lo que facilitará que gane la izquierda. Como en Vox saben que los votarán por su marca, porque son Vox, y no por sus perfiles, han llegado a la conclusión de que les sirve cualquier persona amiga para las listas.

Salvo algunas excepciones, como Ana Peral, en la provincia han confiado en candidatos que hicieron el ridículo hace cuatro años. Los mismos que se quedaron muy lejos de entrar en los ayuntamientos pueden conseguirlo ahora. Y no porque hayan aprendido en este periodo, sino porque esperan el viento del voto a su favor. En las listas municipales han premiado a los fieles, y han incluido en puestos altos a personas sin capacitación profesional y sin experiencia en la política. Personas que podrían gestionar, si alcanzan pactos de gobierno.

En la derecha extrema se repetiría así lo que ocurrió con la izquierda extrema en 2015. Vox no tiene implantación, ni militancia suficiente para responsabilidades de gobierno. Pero podrían condicionar la gestión municipal en los próximos años.

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