Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Precios exóticos

Ayer me veía yo comprando así: Muchacha, dame cuatro peras y dos kiwis. Lo cuentoy ni yo mismo me lo creo

Mis amigos flamencos que volvían de Japón traían noticias hiperbólicas de los días de estancia en la tierra del sol naciente. Era el contraste de la munificencia, lo caro que era la vida allí. ¿Cómo de caro? Bueno, lo primero es lo imposible de hacerse entender. Si no iba alguien con nosotros que nos pedía la comida, te arriesgabas al lenguaje de signos y los resultados imprevisibles. Pero no, sobre todo uno se quedaba con la boca abierta en los mercados. Porque la gente no compraba por kilos, qué va, compraba por unidades. Lo que valía un kilo de algo, por ejemplo manzanas, peras, uvas, plátanos, calamares, merluzas, gambas, carne de ternera, cosas así, era alucinante. Así que uno compraba una manzanita para cenar o dos plátanos. Tú me entiendes, dos de esto, una de aquellas, una de eso. Vamos, ganábamos una fortuna para lo de aquí pero allí no te llegaba pa na. Tanta distancia y tanta soledad para un cuenco de una sopa de verduras y un poco de pescado crudo con salsas variadas. Cuando te daban de comer, claro. Ir a un restaurante era prohibitivo. ¡Y te hablo de hace treinta años! ¿Pues sabes lo que te digo? Vamos pa Japón, en España vamos pa Japón. Es que lo he visto yo con mis propios ojos, y no una vez, muchas veces. Ayer mismo me veía yo comprando así: Muchacha, dame cuatro peras y dos kiwis. Es que lo cuento y ni yo mismo me lo creo. Es que entre que tres fruslerías y dos tomates se te han ido diez euros. Y diez euros son multiplicar por 166 pesetas 10, vamos, 1.660 pesetas. Lo mínimo de lo mínimo. Si haces la suma de los mínimos de los mínimos, cuando te das cuenta te has dejado la paga en na y menos. Por eso yo entiendo que la gallega del gobierno de Sánchez quiera subir y subir el salario mínimo, es que con estos precios exóticos la gente no llega ni a la mitad de un suspiro. Y estamos hablando en corto, lo mínimo necesario para armar un desayuno, una comidita y una cena. Si le añadimos los gastos fijos, digo la luz, el alquiler, la gasolina del coche, la ropilla, no sé, cada uno sabe de lo que hablamos, es que lo mejor es encerrarse en la casa y mirar por la ventana. Más o menos como hacía más de media España durante la autarquía y la estabilización. Y dicen, y debe ser verdad, que la culpa la tiene la guerra de Putin. En Ucrania matan y aquí nos morimos de fatiguitas malas. Además con este frío que hace…

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