VIENEN y se van. Es un cariño efímero el que se les coge porque tan pronto que te has acostumbrado a ellos desaparecen. Al principio eras uno de ellos, después te identificas con ellos hasta que los años te van separando y llega el momento en el que uno te llama de usted y descubres la realidad del paso inexorable del tiempo. El primer día que llegan ves la ilusión y el miedo en sus caras. Los hay más lanzados, tímidos, mejores y peores como es normal, pero suponen un aire fresco necesario para salir de la rutina. Dispuestos a hacer lo que se les mande, pero siempre con buena cara. Ves pasar todos los años a unos cuantos. A algunos consigues seguirles la pista, otros incluso se llegan a incorporar a las plantillas y de la mayoría ni siquiera vuelves a saber nada más. Sólo esperas que ese contacto efímero que has tenido con ellos sirva como una experiencia mutua. Hoy becarios, mañana buenos profesionales.
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