Cuchillo sin filo

francisco Correal

Ponferradina

LO más divertido de que hayan nombrado jefe de los informativos de Televisión Española a José Antonio Álvarez Gundín es que cuando lo conocí, hace ahora cuarenta años, estábamos en una residencia de estudiantes cuyo director, el sacerdote y periodista Manuel de Unciti, creía muy ajustado para nuestra formación leer muchos periódicos, comer todos juntos, estudiar dos carreras y no ver la televisión. Fue mi primera sorpresa cuando llegué a ese chalé del pinar de Chamartín que pertenecía a un marqués octogenario al que mensualmente le pagábamos el alquiler en su casa de la madrileña calle Columela. Ésa era otra norma, la de turnarnos en las tareas: pagar el alquiler de la casa, acompañar al cura a la compra mensual de Makro, avivar el fuego de la chimenea con el carbón y los periódicos usados.

No había televisión, pero por aquella casa que fundó el cura Unciti después de un camino de Santiago pasó mucha gente que trabajó en ese medio: Pedro Erquicia, Homero Valencia, Antonio Pelayo, Alfonso Piñeiro, Juan Bautista Asensi, Goyo González, hubo incluso quienes tuvieron conocimiento del medio por fuentes muy fiables, amigos y compañeros de carrera de Letizia Ortiz. A esa nómina habrá que añadir el nombre de José Antonio Álvarez Gundín, el segundo periodista de Ponferrada más importante, después de Luis del Olmo. En una Feria del Libro antiguo conocí a Adolfo Suárez, un librero berciano que me dijo que la familia de Gundín regentaba un bar muy popular en Ponferrada, extremo que me confirmó su paisano Amancio Prada. Del otro Amancio, el futbolista, Gundín no quería ni oír hablar hace cuatro décadas cuando recién llegado del pueblo me ofrecí como interlocutor en temas de fútbol. Me miró circunspecto y cambió de tema. Me hace gracia imaginarlo cambiando impresiones con sus subordinados sobre la cobertura de las grandes citas balompédicas. Y el año que viene, la Ponferradina en la Liga de las Estrellas.

Gundín compartía habitación con Kepa Bordegaray, un vasco de Basauri que intentó sin éxito que aprendiéramos a tocar la guitarra y apasionarnos por la ufología. Que también miraba para otro lado cuando oía hablar de fútbol y después se convirtió en biógrafo de Javier Clemente. Hasta lo cita Jimmy Burns Marañón, el hijo del espía británico y nieto del doctor Marañón, en su libro De Riotinto a la Roja.

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