CAMPAÑA del Ayuntamiento: bombardeamos tu ruina con memeces, se llama, o se debería llamar. Ah, no, se llama poesía en la calle. Levantas la mirada en el autobús y en la pantalla te dicen que es mejor amar aunque no seas amado o no sé qué otra gilipollez, que la firma un anónimo. A uno le da por pensar que será del concejal de guardia atacado por un ejército melancólico. Te encaminas al 6% de desnivel de la Cuesta de las Calesas y una pantalla led te asegura que lo mejor de vivir es que estás vivo o que lo importante no son las respuestas, sino las preguntas, o que no sabes lo que tienes hasta que lo pierdes o que la felicidad consiste en no ser infeliz. ¿Quién faculta a un Ayuntamiento a poblar su ciudad de mensajes de bolsas de azucarillos de café? Poemas descontextualizados para consumo urbano, frases idiotas, puro colesterol intelectual. De verdad, ¿es necesario?