EL pago A Plazos es uno de los pilares principales de la economía de nuestra sociedad. Se puede pagar a plazos la compra del mercado (en algunos casos), muebles, coches e incluso pisos (en forma de hipoteca, pero sólo si hay mucha suerte).

En el fútbol también se asume este sistema y se pagan a plazos fichajes, fichas, primas y obras en el estadio. Incluso Arturo Baldasano fijó la compra del Cádiz pagándola a plazos.

Pero todavía en el fútbol se da una vuelta de tuerca más, y a veces en ocasiones, y a veces muy a menudo, cuando llega un plazo, se aplaza ese plazo. Es lo que ocurre en casos como, por ejemplo, los plazos de pago a Hacienda o a la Seguridad Social. En ese momento se genera un galimatías contable, porque un gasto computado no se realiza, pero no ha sido por un ingreso, y el año que viene se computará doble, pero a lo mejor se aplazará lo ya aplazado.

El abuso de esta costumbre, cuando se aplaza por sistema, puede inducir a errores porque no todos los plazos son de pagar, sino que también hay plazos para apuntarse a algo, y estos plazos no se pueden dejar de cumplir alegremente.

Algo parecido es la tesis que sostiene el Cádiz para decir que el Hércules no ha cumplido con los plazos de inscripción, y que ha incurrido en alineación indebida tras hacer jugar al juvenil Kike.

Hasta ahora, y a la espera de que se conozca la resolución federativa (que será pronto, salvo que aplacen la resolución), lo que se ha conseguido es aplazar el debate de la calle sobre el descenso del Cádiz a Segunda División B.

Cuando se escribe esta columna aún no se conoce la decisión final, pero debo entregarla en plazo (no vaya a ser que reclamen al Diario de Cádiz por alineación de columna indebida). Ojalá que todo vaya bien. Aplazamos el fin. Aplazafín.