Piscinas no, miradores sí

Los gaditanos no son marineros de agua dulce. En Cádiz, cuando había paladar, en las azoteas construían torres miradores

En los últimos años se ha puesto de moda construir piscinas en las azoteas de los edificios. Esta es una costumbre propia de madrileños y sevillanos, ya que en sus ciudades no hay mar. En Cádiz, como sí lo hay, a los gaditanos jamás se les ocurrió construir piscinas en las azoteas, que era una pamplina. ¿Para qué quieres una piscina en la azotea, si te puedes bañar en la Caleta, en Santa María del Mar, en La Victoria o en Cortadura? Los gaditanos no son marineros de agua dulce. Así en Cádiz, cuando había paladar, en las azoteas construían torres-miradores, para otear el horizonte marítimo; y lavaderos, que servían para lavar cuando no había lavadoras, además de que allí ensayaban las chirigotas cuando las Fiestas Típicas de José León de Carranza. Algunos lavaderos se reconvirtieron en áticos para pobres, o en el cuarto de la criada en las casas de señoritos y señoritas.

El laureado poeta José María Pemán elogió a Cádiz como "Señorita del mar y novia del aire". La piropeó en el tiempo que le tocó vivir, ahora no sé cómo la hubiera descrito. En Cádiz, el mar y el aire están unidos. De ahí que las azoteas, con sus miradores, se orientaran hacia el mar. También se ha visto (y se ve) al vecindario de las casas de al lado. Desde la Cámara Oscura de Torre Tavira se divisa incluso a los que van paseando por algunas calles, y eso no lo sabe el paseante, aunque resulta improbable que lo vean con quien no lo deberían ver, si se diera el caso. Las azoteas de Cádiz tienen unas características propias, en las que una piscina no pinta nada. Cádiz ha sido tierra de marineros, marinos, buzos y pescadores, pero no de nadadores a lo Phelps, ni hay un buen equipo de waterpolo.

Es imposible saber cuántos miradores en condiciones de revista sobreviven. Algunos estiman que alrededor de 130. Se han perdido más de 30. Y lo peor, viendo el estado cochambroso de gran parte de los existentes, es que se perderán muchos más. Los mejores miradores de Cádiz, en teoría, son la Torre Tavira, la Torre del Reloj de la Catedral y la Torre del antiguo Gobierno Militar (ahora Rectorado, tras darle coba la UCA a Kichi). Pero hay muchas torres privadas, algunas conocidas de nombre, como La Bella Escondida, y otras sin uso.

Es preferible olvidarse de las piscinas en las azoteas. En Cádiz no aportan nada, y en algunas casas hay riesgo de que sean problemáticas. Por el contrario, se deben poner en valor y salvar los miradores de las azoteas, que son un patrimonio estético y una singularidad de Cádiz. En otra ciudad, el conjunto de torres-miradores sería Patrimonio de la Humanidad, pero aquí ya se sabe lo que hay. Es pedir demasiado.

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