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¡Oh, Fabio!

Luis Sánchez-Moliní

lmolini@grupojoly.com

Pido perdón

Si a alguien debe pedir perdón el Estado español es a las víctimas de ETA o a las jóvenes que sufren el desempleo

Nunca he estado en México (ya más quisiera) y no recuerdo haber tenido una relación más o menos profunda con ninguno de sus ciudadanos. Una vez, de Erasmus en París, estuve en una fiesta en el apartamento de unos amigos donde conocí a una mexicana, una princesa azteca con la que pegué la hebra. Pero bebí como un cosaco y quizás dije alguna inconveniencia, por lo que escapó cual cenicienta en la noche parisién. Si fue así, le pido públicamente perdón.

El verdadero perdón es algo personal e intransferible, tanto su solicitud como su concesión. Todo lo demás es escenificación, postureo, como dicen ahora los jóvenes. Que el Papa pida disculpas por los excesos de la evangelización es más que comprensible dentro de la tradición cristiana, que tiene en la autohumillación uno de los caminos de perfección. Como esos grandes señores que ponían sus lápidas mortuorias a la entrada de las iglesias para que la feligresía pisase los despojos de su pompa. Pero el Papa, aunque quiera, no puede pedir perdón por algo que él no hizo y el Estado de México no puede concederlo por algo que no ha sufrido. En todo esto hay mucho de teatro vanidoso, de danza de los poderosos jugando a hermanitas de la cruz. Ahora bien, si alguna persona atormentada por los supuestos desmanes de Cortés quiere sentirse culpable, flagelarse y arrodillarse ante el supuesto heredero del Huey Tlatoani puede hacerlo, faltaría más, pero su gesto tendrá la misma validez que la adoración a los platillos volantes. Es curioso como tras siglos de crítica al sacramento de la confesión por parte de los no católicos, ahora anda todo el mundo por ahí pidiendo y concediendo perdón. Ego te absolvo.

Si alguien debe pedir perdón a los mexicanos es su propio Estado. En 200 años de independencia ha sido incapaz de construir un país próspero y en paz. No estamos hablando del remoto pasado, sino de la palpitante actualidad. López Obrador ya ha pedido disculpas a las comunidades indígenas y eso le honra, pues no han sido poco los abusos que estos señores indios han sufrido por parte de sus compatriotas. Aún hoy, cuando los gachupines se fueron hace 200 años, son los grandes marginados de la república mexicana. El Estado español, por su parte, también tiene que pedir perdón a muchas personas: a las víctimas de ETA que siguen siendo insultadas, a los jóvenes parados o con contratos de miseria, a los que han visto sus paisajes del alma destrozados por la especulación... Pero nunca por un pasado remoto que ya pagó en sangre y deuda externa con las guerras de la independencia americana. Dicho lo cual: ¡Viva México!

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