Sara Mesa

Perrita Country (7)

Toca a su fin esta fábula sobre la convivencia de dos mascotas domésticas. El Ujier, gato territorial y desconfiado, ha tenido que compartir espacio con Perrita Country, recién llegada a la casa donde él había sido hasta el momento dueño y señor. Choque de personalidades. Pactos y acuerdos. Reparto de privilegios. Prejuicios, miedos. La autora de esta historia ha hecho un minucioso registro de este acercamiento cauto, paulatino y respetuoso. La primera sorprendida es ella. Un año después, fantasea con la posibilidad de contar su experiencia. Éste es el resultado.

Diez anotaciones recientes: 1. Ha pasado un año y las cosas no han avanzado mucho más. Si en un arranque de optimismo llegué a fabular con la posibilidad de que Perrita Country y El Ujier durmieran juntos, jugasen o intercambiasen cariñitos, me equivocaba. Pero la convivencia así también está bien: se olfatean de vez en cuando, saltan el uno sobre el otro, esperan pacientemente el turno de sus chuches, se cruzan sin saludarse, acostumbrados ya a la presencia del otro, del mismo modo que los humanos tampoco estamos todo el tiempo diciendo hola o buenos días cada vez que nos encontramos por los pasillos.

2. Muchas veces me acuerdo de Garfield y de Odie. No es que las cosas aquí sean exactamente iguales, pero Jim Davis, el creador de estos adorables personajes, sabía de lo que hablaba: gato tragón y gordo vs. perro servicial y feliz. A Garfield le molesta que Odie muestre siempre buen humor, que no se queje nunca, que todo le parezca bien, mientras él está siempre aburrido y somnoliento, siempre malhumorado y gruñón. Para Garfield, la sumisión de su compañero es sinónimo de simpleza y de estupidez -reconozcamos que Odie algo bobo sí que es-, le pone enfermo ese buenrollismo que tiene y que -reconozcamos también- es el imperante hoy día: today is the day, think positive… Pero en el fondo, y aunque jamás vaya a admitirlo, Odie es el mejor amigo -¡el único!- de Garfield, del mismo modo que Perrita Country es la mejor amiga -¡la única!- de El Ujier.

3. Otras veces pienso en Los Roper, lo cual introduce un elemento perverso a todo esto, porque Perrita Country y El Ujier no son pareja, aunque bien mirado, tampoco es que George y Mildred Roper tengan precisamente mucha vida conyugal.

4. He estado pensando en escribir una obra teatral protagonizada por los dos. Podría ser una especie de fábula sobre la incomunicación. Un diálogo filosófico entre personajes contrapuestos y complementarios. Belarmino y Apolonio en versión animal. Los Bouvard y Pécuchet sevillanos. Vladimir y Estragón esperando que yo regrese a casa. A ratos, imagino fragmentos así:

-EL UJIER (Bostezando, lengua rizada): ¿Sabes dónde se ha ido?

-PERRITA COUNTRY: Al trabajo, ¿no? Ella se va al trabajo todas las mañanas.

-EL UJIER: ¿Y cómo sabes tú que va al trabajo? ¿Cómo sabes que no va de paseo? No puedes sacar conclusiones cuando careces de conocimiento empírico.

-PERRITA COUNTRY (Apoya la cabeza en su pata): Me llevaría.

-EL UJIER: Eso crees, ¿no? A ver, piensa un poco, animal descerebrado. ¿Cómo soléis ir a la playa?

-PERRITA COUNTRY: En coche.

-EL UJIER: Ajam. ¿Y no ha cogido ella hoy el coche? El coche lleva a la playa, ¿no? Silogismo básico, perra: ella ha ido a la playa. ¿Tú has ido alguna vez en coche al trabajo?

-PERRITA COUNTRY(Ojos húmedos): No.

-EL UJIER (Desperezándose): Ah, cuánto tienes que aprender, pequeña estúpida. Sal de la caverna, del mundo idealizado de tus ideas, tía. Al principio todo son atenciones y mimos. Después dejas de ser novedad, se acabaron los caprichos y cuando te descuidas han metido otra mascota en la casa. Yo he vivido esa decadencia. Una degeneración del imperio en toda regla: la invasión del tercero, la ruptura de la relación social básica, otra vez más acuerdos roussonianos. ¿Tú crees que ella va a parar? Se está volviendo loca, tía. Cualquier día aparece con un conejo, un loro o un macaco.

(Perrita Country se queda preocupada. El Ujier se marcha ceremoniosamente. Le encanta sembrar sospechas, malmeter. Ríe para sus adentros, malicioso)

5. Cuando releo los fragmentos que he escrito, me avergüenzo. Obviamente, no soy Beckett ni Flaubert ni Pérez de Ayala. Los imagino revolviéndose en su tumba, indignadísimos.

6. Lo indiscutible es que Perrita Country tiene ahora una salud magnífica. Mantiene la leishmania porque es una enfermedad crónica, incurable, pero le brillan los ojos, está fibrosa, salta y corre en cuanto tiene oportunidad, parece siempre alegre. Se le activa el croquetismo con regularidad, lo que viene a significar que baila a buen ritmo. Con la energía que desprende su no-rabo-cortado, podría cargarse un móvil.

7. Lo indiscutible, también, es que El Ujier no se ha quedado calvo. No ha dejado de comer. No vive atemorizado, no se ha vuelto agresivo. Es protestón y arisco, interesado y meloso, coscón y comilón, del mismo modo que lo era antes. Sigue tramitando instancias, sellando papeles, vigilando la cámara del rey inexistente.

8. Convivencia: acción de convivir. Convivir: vivir en compañía de otro u otros. Acompañar: estar o ir en compañía de otras personas, participar en los sentimientos de alguien. Sinónimos de convivencia: coexistencia, cohabitación, acuerdo, tolerancia, entendimiento.

9. Me ofrecen escribir un cuento de verano para un periódico. Un cuento por entregas, dividido en siete partes, en el que la acción ha de ser creciente. Pienso: he de escribir sobre un conflicto. Pienso: he de escribir sobre relaciones humanas, miedos, frustraciones, expectativas, control, celos. Pienso: he de escribir sobre el mundo real, pero desde el extrañamiento, lo lateral e implícito. Pienso: menudo riesgo.

10. Miro a Perrita Country y a El Ujier. Ellos me miran a mí. Ninguno sabe lo que está pensando el otro. No somos capaces siquiera de intuirlo. Sonrío. Empiezo a escribir.

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