el catamarán

Rafael Navas Renedo

Péndulo motorizado

YA casi ni nos acordamos pero hubo un tiempo no muy lejano en el que el fin de semana del Campeonato del Mundo de Motos en Jerez (e incluso varios anteriores a su celebración) era un acontecimiento tan esperado por unos como temido por otros. Muchas localidades de la provincia eran tomadas en el sentido más literal de la palabra, por un ejército descontrolado que hacía lo que le venía en gana con el beneplácito y hasta la colaboración de los responsables de esos municipios, que veían en ello la posibilidad de atraer pingües beneficios para las arcas de una parte de la población. La consecuencia de todo ello era bien lógica: caos generalizado, peligro a todas horas, ciudadanos que tenían que huir varios días para poder descansar y -desgraciadamente y esto es lo más importante-, accidentes, accidentes y más accidentes. Tuvieron que morir muchas personas en esas invitaciones oficiales a la locura para que, año a año, se fuese acotando ese espacio de mal entendida libertad a los moteros que llenaban los bolsillos de hosteleros y también las salas de urgencias de los hospitales. La reacción no se hizo esperar y desde entonces, a cada medida que ponía coto a la ilegalidad sobre el asfalto, respondió una queja del sector que supuestamente hacía caja. Sostienen quienes defienden que los 'moteros' lleguen con sus vehículos hasta la misma barra del bar para pedir una copa y luego seguir conduciendo -magnífico mensaje a la sociedad- que lo que caracterizaba a este Gran Premio en Jerez y lo diferenciaba de otros en el resto del mundo era precisamente eso, que aquí venían más porque se podía hacer lo que en otras ciudades con circuitos no está permitido. Y año tras año, mientras se aplican estas medidas, insisten en que viene menos gente, aunque luego no se pueda entrar en sus locales estos días o la cifra de asistentes al circuito siga batiendo récords año tras año. (Lo de los beneficios que deja en la provincia es un arcano: un año 50 millones, otro 60, este año al parecer 70... ¿Será por cifras?)

Como en este país nos encanta tanto el movimiento pendular, ahora surgen quienes defienden volver a la fórmula anterior, la que alentaba a tomar las calles, todas, con motos de gran cilindrada, "porque se ha perdido el ambiente". No creo que, por mucha crisis que haya, debamos vender nuestras calles, nuestra seguridad y, sobre todo, nuestra conciencia cívica, por unas monedas, vengan de moteros o de aficionados al escafandrismo. Mucho ha costado regular y meter en razón un evento tan espectacular como beneficioso, sin necesidad de hacer dejación de responsabilidades ni de convertirlo en un sufrimiento para nadie.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios