Pedro y el lobo

Los pastores estaban hartos de las mentirasde Pedrito, pero ignorarle no fue una solución

Me preocupa una barbaridad lo poquísimo que me preocupan las barbaridades de Pedro Sánchez. Está dando a los nacionalistas el oro y el moro, pero ha mentido tanto que me resulta imposible tomármelo en serio. Me recuerdo a don Quijote de la Mancha cuando no acude a defender a Sancho porque los que le mantean son unos villanos, y un caballero no puede enfrentarse a ellos.

Sancho Panza se quejó después a su señor con más razón que un santo. Que las mentiras de Sánchez y sus cambios de postura y su falta de firmeza para todo lo que no sea perseguir el poder me parezcan a mí que lo devalúan hasta la insignificancia no justifica que yo deje de defender aquello que Sánchez está ofendiendo. Hay quien piensa que su gestión de la crisis catalana, con la bilateralidad con los condenados por el Supremo y la deslegitimación de la justicia y la ley, será irreparable.

En el cuento de Pedrito (¡precisamente!) y el lobo se insiste mucho en los perjuicios que tuvo el pastor mentiroso porque los otros pastores se cansaron ya de sus mentiras y no le protegieron el rebaño, pero probablemente el lobo también atacase a los rebaños de los que estaban tan cansados de tanto bulo. Por dejarse llevar de su escepticismo y de una indiferencia que Pedrito se merecía con creces, también salieron perdiendo, y sus ovejas no digamos.

En consecuencia, no queda más remedio que escuchar con paciencia lo que siga diciendo nuestro Pedro Sánchez y estar atentos a sus movimientos políticos, a las mesas de negociación, a las cesiones a todo bicho viviente que le sostenga en el Poder, a las destituciones de funcionarios públicos honestos y todas las mentiras con que construye sobre la marcha el relato que acompaña tanta cesión.

Preferiría que la dignidad de España tuviese unos rivales a su altura ética y estética, para poder, como don Quijote, batirme en buena y muy fotogénica lid; pero, si no puede ser, que yo no olvide nunca que yo me tengo que batir por la dignidad y la unidad de España, aunque los que la pongan en peligro sean arrieros y mentirosos patológicos. Esta vez sí que viene el lobo y Pedro Sánchez no sólo nos miente sino que nos lo achucha. Que su comportamiento no logre hartarnos o, si nos harta, que no nos inmovilice. Están pasando cosas muy gordas desde un punto de vista político y constitucional, y no podemos permitirnos una exquisita indiferencia, por mucho que nos la pida el cuerpo.

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